Una vida artística reunida en medio centenar de obras, esencialmente paisajes extremeños. Los de Antonio Gallego Cañamero, que anoche inauguró una exposición dedicada a él en el Museo de Bellas Artes de Badajoz (Muba).

Cañamero (Don Benito, 1936), agradeció la oportunidad que significa esta exposición para poder dar a conocer su trayectoria pictórica de 50 años de actividad, recordando sus inicios como pintor adentrándose en los retratos familiares, pasando por su época dedicada a la tauromaquia y por último su dedicación al paisaje, fundamentalmente el extremeño.

Además, recordó como tras una exposición en Madrid, fue el también pintor extremeño Godofredo Ortega y Muñoz quien le recomendó dedicarse a la pintura de paisajes, un consejo que siguió con éxito sin apartarse de "la línea del realismo", matizó.

En la inauguración de la muestra, el presidente de la Diputación de Badajoz, Valentín Cortés, destacó la figura del pintor extremeño, como "único representante de los campos, paisajes, estíos y lontananzas" de Extremadura, informa Europa Press. Cortés resaltó en su discurso el hecho de que Cañamero sea "de los pocos pintores extremeños con titulación oficial de Bellas Artes".

RECORRIDO La muestra que pude verse en el Muba se inicia con una serie de retratos familiares entre los que figuran, aparte de algunos autorretratos, las imágenes de sus padres y abuela, su esposa Palmira y sus tres hijas.

Sin ser tema principal en su producción artística, se exhiben varios bodegones, unas veces reducidos a un solo elemento, otras con varios sobre una mesa e incorporando paisajes al fondo, y también algunas escenas interiores y callejeras, parte de ellas de total actualidad inspiradas en su viaje a la India.

Pero Antonio Gallego Cañamero es pintor esencialmente paisajista. Su personalidad destaca en el panorama de la pintura actual, sobre todo por su interpretación del paisaje extremeño, como los de La Serena o el Valle del Jerte, nevadas invernales, primaveras, campos de girasoles y amapolas, ocres otoñales de las cepas y, especialmente, los estíos dorados de los trigales, rastrojeras quemadas, mieses, surcos, llanuras infinitas bajo cielos grisáceos. En definitiva, son las estaciones las que imponen sus colores y éstos las que las definen de forma contundente, según señala el museo en una nota de prensa.

BELLEZA A estos paisajes realistas, en los que dominan la soledad y el silencio, la tranquilidad y el sosiego, Cañamero contrapone el paisaje imaginado, duro, onírico, donde la desolación y la degradación causado por el hombre resultan inquietantes. Destrucción, contaminación ambiental, degradación de la naturaleza, cuadros que convierten la belleza inicial heredada en espacios dantescos e inhabitables. La síntesis es una denuncia ecológica.

Como un paréntesis en su producción pintó la serie sobre tauromaquia. En estos cuadros de toros se incluye, a veces, la figura humana y el caballo. Y, sobre todo, la bravura del animal, la nobleza del equino y el esfuerzo del picador.

Resuelve estos temas el artista con escenas muy próximas, llenas de fuerza, vigor y movimiento a través de un dibujo firme y expresivo, de pincelada breve y colores oscuros.