Salvador Dalí nació con el cine, y su pasión por el séptimo arte fue una constante a lo largo de su vida, como demuestra la exposición que abre sus puertas al público este viernes en la galería Tate Modern de Londres.

La muestra --que inauguran oficialmente hoy la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín-- documenta la relación del genio de Figueres con el mundo del celuloide y la influencia de este en su pintura. Sobre todo, a partir de la participación del artista con Luis Buñuel en dos películas surrealistas por excelencia: El perro andaluz (1928) y La edad de oro (1930).

Especializado en secuencias oníricas

Dalí sintió casi desde el principio una fascinación por el mundo de Hollywood, gracias a los hermanos Marx y, en especial, al mudo Harpo, a quien conoció en París y cuyas interpretaciones le parecían auténticos actos surrealistas.

El genio llegó a plantearse hacer una película con los hermanos Marx, bajo el título La mujer surrealista. Este proyecto, sin embargo, no prosperó y que quedó en una serie de ideas y de imágenes que ahora pueden verse en la exposición londinense.

Estrecha colaboración con Walt Disney

Gracias a su talento, a sus extravagancias y a su sentido innato para la publicidad, Dalí conectó inmediatamente con la industria del cine estadounidense, que le fichó para que trabajase en secuencias oníricas, su gran especialidad. Una de las más famosas fue la de Spellbound (Recuerda), en el filme de Alfred Hitchcok.

Durante el rodaje de esa película, en 1945, Dalí conoció a Walt Disney, con quien firmó un contrato para un cortometraje de animación. El proyecto, tituladoDestino, quedó entonces truncado. Con el centenar largo de escenas, dibujos y pinturas conservadas, un nieto de Disney, Roy, y el productor Baker Bloodworth lo completaron recientemente, siguiendo los esbozos del artista.

También se muestran películas frustradas

Todas esos filmes se exhiben simultáneamente en distintas salas de la galería londinense. Al mismo tiempo, se exponen guiones y dibujos preparatorios tanto de las películas terminadas como de las frustradas, por ejemplo, Babaouo (1932), Los misterios surrealistas de Nueva York o La carretilla de la carne, rebosantes todos ellos de imágenes oníricas, castraciones y otras obsesiones sexuales.

La exposición de la Tate, que se abre con los retratos realistas que el joven Dalí hizo de su padre y de Luis Buñuel, en los que demuestra ya su virtuosismo en el dibujo, ofrece una cuidada selección de su etapa más exquisitamente surrealista.

La muestra, organizada en colaboración con la fundación Gala-Salvador Dalí, y que cuenta con el apoyo de la Oficina de Turismo de España, estará abierta al público hasta el 9 de septiembre y viajará más tarde a Los Ángeles.