En los últimos tiempos, Marvel parece haberse embarcado en la empresa de reflotar todas aquellas sagas de superhéroes que por una u otra razón se habían quedado estancadas por el camino. En algunos casos, por culpa de la tendencia a repetir clichés narrativos; otras, por la escasa empatía que se había generado con sus personajes o también por un hastío hacia ciertos tics de plúmbea trascendencia que se empeñaban en trasmitir. El resultado fue una progresiva desconexión con algunos de los personajes de Los Vengadores cuando protagonizaban sus historias independientes. Necesitaban un impulso urgente, y los dos primeros beneficiados han sido Spider man y Thor. El niño araña consiguió meterse al público en el bolsillo a base de carisma y espíritu teen desprejuiciado en su última aventura, Spiderman: Homecoming (2017) y ahora le toca el turno al aguerrido guerrero Thor de la mano del director indie Taika Waititi, que por fin ha logrado que se desprenda de su pose hierática para dotarlo de un desparpajo gamberro mucho más fresco, retozón y canalla. A pesar de compartir línea humorística con Iron man y Guardianes de la galaxia, Waititi se aleja de sus líneas expresivas fundamentales para abordar el personaje y su universo desde una óptica estrictamente personal.

El resultado es una obra exultante repleta de ideas, tanto creativas como visuales, dispuesta a desafiar la lógica de cualquier relato convencional de superhéroes, quizá por la cantidad de planteamientos caóticos y lunáticos que contiene, como esa villana a modo de drag queen que encarna con descaro Cate Blanchett o la enorme transfiguración de Jeff Goldblum a modo de dictador sideral que ejerce de disyóquey bañado de purpurina y ramalazo psicodélico.

Junto a ellos, otros nuevos (y viejos) personajes, como el de la poderosa valkiria que interpreta Tessa Thompson y el siempre agradecido Loki (qué haría esta franquicia sin él), nos embarcamos en una space opera que tiene la capacidad de aunar fantasía, épica y diversión a partes iguales, a ritmo de paisajes lisérgicos, estética ochentera y banda sonora de Def Leppard para evocar el sentido operístico wagneriano.

El director parece haber querido rendir su particular homenaje a los tebeos de Jack Kirby y a la bizarra Flash Gordon en un gozoso intento retro-pulp de transportarnos a una época en la que el sentido hedonista y caótico estaba por encima de cualquier otro tipo de pretensión seudointelectual.

AVENTURAS

Thor: Ragnarok

Taika Waititi