Luis Buñuel sueña con la Virgen María, dialoga con una tortuga gigante, con la muerte bajo la forma de campesino, con un reloj de forma humana cuyas manecillas son bigotes y en Extremadura rueda Las Hurdes Tierra sin pan : un documental realista sobre las gentes y el paisaje de esa comarca extremeña. ¿Dónde ocurre esto? En un cómic o, como las llaman ahora, en una novela gráfica. Viñeta a viñeta, el dibujante extremeño Fermín Solís (Madroñera, 1972) ha recreado la historia del rodaje de la película que marcó el devenir de Las Hurdes y que hoy está considerada como un hito del documentalismo español.

Casi puede decirse que esta es la primera novela gráfica extremeña, en un momento de auge del género, en el que varias editoriales (Planeta, Mondadori, Norma) no especializadas en el cómic han abierto sellos para difundir esta otra forma de narrar hechos y vidas.

Solís (www.ferminsolis.com ) fue Autor Revelación en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona y ha publicado su obra fundamentalmente en la editorial vasca Astiberri. Fue esta editorial la que le propuso que en su nuevo libro "hiciera algo distinto de lo que había venido haciendo", según explica a este diario.

Memoria

Buscando ideas, viajó a Las Hurdes, un lugar que no conocía, y allí dio con Buñuel, de cuya memoria aún quedan restos. Solís había visto un par de películas del director aragonés y al dar con la asociación del cineasta con la comarca extremeña pensó ahí podría haber un relato. Y así se zambulló en la vida del cineasta y en la historia de Las Hurdes.

Durante dos años (aunque no exclusivamente) imaginó Buñuel en el laberinto de las tortugas , el cómic que ha publicado la Editora Regional de Extremadura coincidiendo con el 25 aniversario de la muerte del autor de El ángel exterminador y 75 del estreno de Las Hurdes-Tierra sin pan .

Solís buceó en textos, biografías, filmes, imágenes para reconstruir una peripecia que contiene los elementos fundamentales de lo que ocurrió (el rodaje del documental), pero también pasajes inventados allí dónde la documentación no podía llegar.

"No sabía de su vida, de sus contradicciones, así que no tenía una imagen previa de Buñuel y creo que esto ha jugado a mi favor para presentarlo de la forma en que lo hago", explica el dibujante.

La historia que cuenta en el cómic empieza en París, donde Buñuel se encuentra en una encrucijada tras haber estrenado dos títulos fundamentales del cine mudo: Un perro andaluz y La edad de oro .

El cineasta conversa con su amigo Ramón Acín por las calles de la ciudad francesa. Discuten sobre cine, el surrealismo, la situación política en España. En una taberna, Buñuel menciona que ha estado leyendo un libro del profesor francés Maurice Legendre sobre Las Hurdes.

"Sería un buen material para hacer una película, un documental", dice Buñuel. "Si me toca la lotería, te pago la película", le promete Acín.

La realidad es que a Acín le tocó la lotería y que, tal y como le prometió a su amigo, (y así lo recoge el cómic) el dinero del premio iba a pagar Tierras sin pan .

El equipo de rodaje se desplaza a principios de 1932 hasta el noroeste de Extremadura. Solís contrapone los dibujos de ambiente oscuro de los capítulos parisinos con los más claros de Las Hurdes. Los pobres de la comarca son presentados a modo de retratos: 15 de mujeres, hombres y niños abren el capítulo central de la novela, que recrea con crudeza, humor y realismo el rodaje cotidiano de la película.

"La historia de Las Hurdes era así, mísera, y yo no he suavizado esa condición. --explica Fermín Solís-- Pero sí he intentado ser objetivo y dar voz a los hurdanos, de manera que expongan por qué vivían allí y no se marchaban".

Con libertad para abordar un tema que ha despertado suspicacias por el tratamiento que pudiera darse (bien por dulcificar la realidad o, por el contrario, exagerarla), Solís narra (dibuja) con distanciamiento, sin énfasis, pero sin ahorrar detalles a la situación de infradesarrollo, de pobreza con que se encuentran las gentes de la película. Entre ellas, Buñuel adopta la posición de un observador con conciencia, pero sobre todo con el empuje del cineasta. "Lo muestro --dice el dibujante-- como alguien cercano, bromista, con carácter, con sus contradicciones".

Fermín Solís lleva diez años dibujando cómics y a la vista de la acogida en los medios especializados y en los no especializados de Buñuel en el laberinto de las tortugas no se muestra excesivamente sorprendido. "Se esperaba que hiciera algo así", de manera que ahora afronta nuevos retos "que superen el nivel de esta obra. Me obliga a no bajarlo".