Lluvia, melancolía, soledad, silencio, desamor, incomunicación. Porque aquello de ´ojos que no ven...´ no es válido cuando la intuición arrastra con fuerza hacia la puerta donde habita la imaginación. Una mezcla de sentimientos encontrados que ayer envolvió el Teatro Romano en la inaguración de la 56 edición del Festival de Mérida, solo acompañados por el sonido rompedor del taconeo flamenco y un sabor especial a Yerbabuena.

Porque la artista granadina lo hizo. Porque Eva Yerbabuena convirtió un poema en virtuoso baile y tomando como inspiración que ´El silencio daña cuando es puro´, fue capaz de hacer una reflexión sobre la melancolía que envuelve la vida, la crudeza del amor y la falta de comunicación que a veces se ceba con él, solo taconeando. La Yerbabuena abrió anoche la 56 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, sin ninguna referencia al arte grecolatino. Solo cupo el silencio, la lluvia, el desamor y la pura melancolía que desprende su baile virtuoso.

Con tanguillos, romeras, soleás, cuplés y la compañía de la voz interior que desprende la guitarra de Paco Jarana, el sabor a Yerbabuena hizo renacer al Teatro Romano y a las mil personas que disfrutaron del primer espectáculo de la temporada, que hizo que ya no se acordaran del desprecio que la obra de ballet griego Medea les había dedicado unos días antes.

Pero la Yerbabuena no estaba sola. Además de la guitarra de Paco Jarana, estuvo acompañada por Mercedes de Córdoba, Lorena Franco, Eduardo Guerrero y Fernando Jiménez, que junto a ella, no solo evocaron la ´Lluvia´, sino que perpetraron una tormenta perfecta sobre el escenario. Todo amenizado con las voces de los cantaores Pepe de Pura, Jose Valencia, Jeromo Segura y Moi de Morón, además de la voz en off de Isabel Lozano y Alejandro Peña, que han demostrado al espectador porqué a veces el amor hace conocer partes de la existencia de uno que ni siquiera sabía que existían.