TEtl Festival de Teatro Clásico cacereño que, durante los cuatro años del gobierno anterior, caminaba grotescamente a la deriva acumulando un montón de espectáculos difuminados en la heterogeneidad de una programación chapucera, que desvelaba en sus organizadores el desconocimiento de un evento que había sido creado, desde sus inicios, conformando un trípode de festivales extremeños trascendentes, con definición diferente, en Mérida, Cáceres y Badajoz, ha dado en esta XXVII edición un cambio significativo y responsable en su orientación.

La nueva dirección del Festival --Silvia González -- ha conseguido este año poner fin al caos de los últimos festivales, recuperando netamente el repertorio originario de actividades teatrales profesionales coherentes con las características asumidas del evento: el periodo del Renacimiento y del Siglo de Oro. Y todo ello es plausible.

El festival, que además aprovecha homenajear a las dos máximas figuras de ese periodo --Cervantes y Shakespeare --, con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de ambos, ha contado en su programación con valiosas compañías y espectáculos, destacando entre ellas la participación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que regresa al evento -después de 6 años- con tres coproducciones. El fin de semana pude apreciar las siguientes representaciones:

CELESTINA , de Fernando de Rojas , producida por Teatro de la Abadía y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en la que José Luis Gómez y Brenda Escobedo diseccionan el texto clásico en escenas bien contadas, de diversas formas --de su curiosa naturaleza híbrida entre narrativa y teatro-- e intenciones, logrando un espectáculo interesante, con el énfasis de la belleza de su lenguaje, de esa historia de amor y muerte por excelencia, de juventud y vejez, del fricción entre la clase acomodada y el lumpen, en una sociedad viciada por el sobresalto, por la limpieza de sangre.

Sin embargo, en el fondo del espacio escenográfico metálico y carcelario en que se desarrolla la historia hay cierta indeterminación y difusos episodios que el espectador no logra entender, sobretodo de la presencia de esas imágenes divinas que parecen símbolos de soledad y destrucción y que se diluyen en meras formas.

La interpretación está muy lograda en su conjunto, destacando el rol de José Luis Gómez, impecable como Celestina, una vieja puta con aires andaluces. Y la del también veterano Chete Lera (el padre de Melibea) en su monólogo del final de la obra, poniendo grandeza y cadenciosa voz a un padre recto y creyente pero destruido.

LOS MISTERIOS DEL QUIJOTE , es una recreación de Rafael Alvarez 'El Brujo' de su anterior espectáculo El caballero de la palabra representado en numerosos lugares desde la pasada década y que tiene su sentido en esta ocasión del Festival que rinde homenaje a Cervantes.

El Brujo es también un clásico en esta cita por la variedad de espectáculos de teatro clásico que ha representado y un lujo por la capacidad que siempre ha tenido de sorprender, de ilustrar, emocionar y divertir al público con sus versiones e improvisaciones del genial histrión que es.

En este espectáculo el actor juega con la realidad y la fantasía de unas historias que buscan y reflexionan lo esencial de lo que es o pudo ser el personaje de la novela de Cervantes. Y en cada representación lo igual de su anterior versión, que improvisa sin cesar, lo hace siempre distinto. Pero, eso sí, manteniendo las técnicas artísticas inspiradas en el gran Darío Fo (las de Misterio Bufo y San Francisco juglar de Dios ).

CERVANTES POR UN TUBO , es un espectáculo de animación callejera de la compañía Acción Poética de Calle, dirigida por el extremeño Pedro Antonio Penco . Destaca por la simpatía y originalidad de sus acciones de interactuación con el público, al que un grupo de actores ataviados con indumentaria de la época invita a deleitarse con la palabra. Lo hacen utilizando el boca a oreja a través de un largo tubo negro por el que recitan susurrando poemas, coplas o textos de Cervantes.