Los festivales musicales proliferan y, en algunos casos, se lanzan a una aparente contraprogramación, pero la burbuja aguanta. Lo dicen las cifras oficiales del Festival de Benicàssim (FIB) y el Summercase. Sin embargo, este último, que había lanzado un pulso al primero al cambiar de fechas para coincidir en el mismo fin de semana, ha cerrado su tercera edición con menos público que en el 2007.

Si la organización del FIB confirmaba ayer 148.000 asistentes, el Summercase notificó 81.000 visitantes entre los escenarios del Fòrum (Barcelona) y Boadilla del Monte (Madrid), 28.000 menos que el 2007. Entre esos disidentes deben de estar los 9.000 asistentes al Saturday Night Fiber, noche del FIB en Madrid.

Ayer se palpaba en el ambiente que sería una velada histórica en el FIB. Leonard Cohen regresaba a España después de 20 años y no defraudó ya que,a estas alturas, no reconocer la importancia de este ídolo es casi una herejía. Y como un auténtico dios le trataron los que anoche no quisieron perderse su actuación. Nada más salir, el público le aclamó entusiasmado y él respondió quitándose el sombrero. Las primeras notas de Dance me to the end of love, que empezó de cuclillas y con la espalda encorvada, hacían presagiar que con su voz quebrada y enigmática, grave y sensual, rescataría muchos de sus versionadísimos éxitos.

GRANDES ACTUACIONES No solo Cohen hechizó al público. En el Sumercase, Kings of Leon ofreció un gran despliegue de energía al igual que las estadounidenses The Breeders, que presentaron en el Summercase su nuevo disco, Mountain battles. Sin embargo, su actuación tuvo mucho de periplo nostálgico por los maravillosos años 90: viejos hitos como Divine hammer o el obligado Cannonball fueron recibidos con tremendo alborozo.

Por su parte, los Sex Pistols dieron una generosa actuación en la que divirtieron a los asistentes con canciones míticas como Pretty vacant, No feellings o Hollidays in the sun.