La película Trece entre mil , de Iñaki Arteta, que fue presentada ayer en San Sebastián, recoge los testimonios de víctimas del terrorismo de la época más cruel de ETA, en los años 70 y 80. El director bilbaino, acompañado de algunas personas que sufrieron el horror etarra, afirmó que pretende "sacudir la memoria y la conciencia de los espectadores", para lo cual da la palabra a 13 víctimas o familiares cercanos. El estreno en los cines será el 11 de noviembre.

Algunos de los protagonistas de este documental han contado su experiencia por primera vez delante de las cámaras. Se han recogido voces de colectivos especialmente castigados, como los guardias civiles y los policías nacionales, pero también se da espacio a la sobrecogedora muerte de niños como Fabio Moreno Asla, asesinado en 1991 en Erandio al explorar una bomba debajo del coche de su padre, quien sobrevivió al atentado.

Durante 1991 ETA asesinó a otros 8 niños. La cinta acoge historias tan trágicas como increíbles, como la de Pedro María Baglieto, que perdió a su hermano, dirigente de UCD, a manos de un terrorista. La casualidad quiso que la víctima, 18 años antes, fuera quien salvara a su asesino de morir en un accidente.

La proyección anoche en San Sebastián se enmarcó en Encuentros de Cine y Derechos Humanos , una iniciativa municipal integrada en el proyecto Espacio para una cultura de paz. La cinta, que ya había proyectada en la sección Tiempo de historia del Festival de Cine de Valladolid, fue elegida por su esfuerzo para "mantener viva la memoria de las víctimas, que además de sufrir la violencia, sufrieron el olvido de la sociedad y de la clase política".

LA INTENCIONALIDAD El alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, cree que el filme debe "remover conciencias", ya que, en el pasado, "por miedo o falta de sensibilidad", no se rechazaron públicamente los atentados "ni supimos apoyar a las familias". También presente en la proyección de la cinta, la presidenta del PP vasco, María San Gil, mostró su respaldo a una obra "con un objetivo tan noble y necesario como el de denunciar el horror del terrorismo, otorgar la voz a las víctimas y restituir su dignidad".

Con el fin de trabajar sin presiones en una sociedad vasca donde el miedo sigue presente en muchos espacios, los integrantes del reducido equipo de profesionales fueron sometidos a una minuciosa selección. Con todo, algunos prefirieron no aparecer con sus nombres en los títulos de crédito, y muchas de las colaboraciones que se solicitaron para el apartado musical no fueron atendidas.