"Ni era divino ni pretendía fundar una nueva religión, más bien era un hombre confundido que tenía como misión escuchar a Dios y que respondía con violencia a un cometido que no acaba de entender". Quien así se expresa es el periodista y novelista, además de realizador, Emilio Ruiz Barrachina y el aludido no es otro que Jesús, la figura esencial del cristianismo, personaje en el que se centra El discípulo , un libro (Ediciones B), que sale hoy a la venta, y una película --se estrena el 23 de abril--, que narran el último año de la vida de Jesús desde una "base histórica", no canónica.

Según la historiografía, lo más probable es que Jesús fuera un nazir --guía espiritual con votos de castidad-- que lideró la revuelta contra la ocupación romana de Israel con el fin de forzar la intervención divina e instaurar el reino de Dios en la Tierra, tal como creían los judíos que iba a ocurrir. Y en el cumplimiento de esta tarea lo presenta Ruiz Barrachina, en una historia donde los milagros no tienen cabida: en las bodas de Caná lo que ocurre es una prosaica compra de vino y la resurrección de Lázaro es la pervivencia del muerto en el recuerdo de los vivos. Y donde los personajes tienen comportamientos más humanos que divinos: María es una madre que, preocupada por su hijo, paga a una prostituta --María de MagdalA-- para que lo seduzca y lo aparte de las armas, "una de las pocas licencias del texto". La tergiversación de la historia hasta convertirla en las bases del cristianismo es, según el autor, obra de Saulo de Tarso (San Pablo) que ±convirtió el reino de la Tierra que predicaba Jesús en un reino después de la muerte canalizado por la IglesiaO.

EL AVAL DE LA HISTORIA El discípulo "cuesta de definir porque tiene un pie en el documental y otro en la ficción". Así, narra dos historias, la más documentada, "con base científica", expone una conversación entre el evangelista Lucas --discípulo de San Pablo que "está creando la imagen de Dios" a partir de la tergiversación de los hechos reales--, y el apóstol Juan que le contradice. La otra es "interpretación". Aunque "todas las palabras que se dicen están en los evangelios, pero cambiadas de contexto".