Imagínense a una joven moviéndose y gesticulando en plan rapera, cantando: "Estoy con Alejandro y estoy flipando / Todos juntos: Alejandro, te quiero". Y al resto de los presentes, coreando su improvisada rima y siguiendo el ritmo con las palmas. Así fue el momento de gloria que vivió la desenfadada Laura la noche del viernes. Por cierto: no mentía. Estaba muy cerca de su ídolo. Ella y las 700 personas más que asistieron a la peculiar masterclass que Alejandro Sanz ofreció en la carpa de Movistar ubicada en el parque del F²rum.

El experimento funcionó. Y todos, organizadores, profesor y público, se fueron encantados. Sanz interpretó media docena de piezas, contestó a varias preguntas, concedió algunos deseos e invitó a subir a varios al escenario. Quim, por ejemplo, demostró sus dotes como guitarrista. "Toco en una banda. De hecho, te dejo una maquetilla ´pa´ que la escuches", se sinceró antes de exhibir sus primeros acordes.

Su aportación, como la de Laura, quedó grabada sobre las bases rítmicas del programa informático que Sanz utiliza, llamado Logic, y que la audiencia pudo ver proyectado en una pantalla instalada como fondo. El cantante montó este despliegue cuando uno de los asistentes le pidió que hablara sobre su metodología para crear. "Esta información la procesaré y la venderé como si fuera mía", bromeó el autor de Corazón partío , esbozando una de sus pícaras sonrisas. La experiencia le gustó tanto que dijo que "estaría bien hacer grandes conciertos en ciudades y, al día siguiente, hacer uno con el público".

Arropado por su banda de siete músicos y su habitual corista, la catalana Txell Sust, los títulos de su reciente desembarco, El tren de los momentos , sonaron más enérgicos que en el disco. En la planta de tus pies fue presentada por Mike, el guitarrista y jefe del grupo, como una melodía "que va del flamenco al pop, del pop al jazz y del jazz al rock". Lo hizo tan rápido, y en un inglés tan cerrado, que Sanz soltó: "En esto consiste una clase magistral, en que no se entienda nada".

El madrileño estuvo inspirado. Y deseoso de satisfacer cualquier solicitud. Por eso, no dudó cuando Carmen le rogó que cantara flamenco. "Una cosa que tengo clavada es que nunca pude grabar con Camarón. Va por él". Rasgó su guitarra clásica. Y todavía más su voz. Y se marcó una bulería y luego se fue, pero regresó.

El final llegó con "A la primera persona que me ayude a comprender, pienso entregarle mi tiempo, pienso entregarle mi fe", reza la primera estrofa. Una oportuna letra que, el viernes, sonó muy sincera.