La Fura dels Baus ofreció ayer, en un abarrotado teatro romano de Mérida, un espectáculo cargado de estampas audiovisuales difíciles de olvidar, pero lastrado por la falta de ritmo provocada por el difícil manejo de las ya famosas marionetas cósmicas , que forman parte esencial del imaginario furero y que, pese a la aparatosidad y apariencia de modernidad que ofrecen, suponen un regreso a la esencia más antigua del teatro.

La compañía catalana abrió la LI edición del festival de Teatro Clásico de Mérida con una versión muy furera --según la palabras de su director, Carlös Padrissa-- del mito de Prometeo bajo el título Organo de luz. Concierto dramatizado basado en el mito de Prometeo . Una explosión de luz, color, efectos pirotécnicos y movimientos imposibles de máquinas gigantes apoyada en todo momento en la brillante labor de la Orquesta de Extremadura, que aprovechó la oportunidad (la segunda cadena de TVE lo retransmitió en directo) para confirmar su madurez musical y mostrar el gran momento que atraviesa, alabado incluso por los responsables de La Fura.

Fiel a su estilo reciente, La Fura dels Baus sorprendió a los neófitos en sus macroespectáculos con un muñeco gigante que aparecía volando por encima del teatro emeritense, un camino que también seguirían la figura del águila y del carro que supuestamente originó el fuego que Prometeo robó para los hombres.

VIRTUD Y PROBLEMA Estas máquinas fueron al mismo tiempo el mayor atractivo de la obra y su mayor lastre, puesto que sus lógicas dificultades de movimiento provocaron por momentos la ruptura total del ritmo y que la obra se convirtiese en una mezcla de teatro y deporte de riesgo. De hecho, se echó en falta la intensidad creativa y el ritmo vigoroso que demostraron en su anterior presencia en el festival emeritense, cuando mostraron su particular pero más efectiva visión del mito de Fausto.

Tampoco acabó de cuajar el intento de La Fura de homenajear al teatro a través de proyecciones audiovisuales sobre las milenarias piedras, mientras que la calidad de sus composiciones de color quedó lejos de la virtuosidad mostrada en ese aspecto por Robert Wilson el año pasado. Y aún habrá que ver la reacción del público más tradicional de Mérida ante la enorme grúa ubicada tras el escenario.

CARGADA DE SIMBOLISMO En el otro lado de la balanza, los espectadores disfrutaron de una simbólica y original versión del conocido mito de Prometeo --el héroe que desafió al mismísimo Zeus por ayudar a los hombres y fue duramente castigado por ello-- que por momentos alcanzó niveles inigualables de virtuosismo audiovisual, especialmente durante sus primeros y últimos instantes.

Y es que difícilmente podrá olvidar el público algunas de las estampas que ayer dibujaron estos magos de la imagen sobre el teatro romano. Un coloso paseando por la arena que un día de hace dos milenios seguramente pisó un gigante de madera imaginado por Esquilo. Un carro de fuego reflejado en las columnas. O incluso las sorpresas que, como siempre, el grupo guarda para el público.

LA ESTAMPA VISUAL Y, por encima de todas las imágenes, un espectacular manto de la inmortalidad esculpido por los cuerpos de decenas de hombres y mujeres que, sujetos a unas cuerdas y siempre sobrevolando el teatro, ofrecieron un cierre inolvidable para una obra que pese a su brillantez recuerda demasiado a las últimas creaciones llevadas a cabo por La Fura en toda España(Juegos del Mediterráneo, Salamanca o El Quijote).

De momento el público ya ha respondido a la llamada de La Fura dels Baus y se han agotado las entradas para los tres días que permanece en escena esta peculiar revisión de Prometeo. Durante el estreno la obra contó con la presencia, entre otras personalidades, del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la vicepresidenta del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y el alcalde de Mérida, Pedro Acedo.