Y por fin llegó el teatro a Mérida. Primero fue un concierto dramatizado. Después una ópera. El concierto de Goran Bregovic. Y a la cuarta el teatro en estado puro de la mano del director Mario Gas, que regresó anoche a la escena del Festival de Teatro Clásico de Mérida con una moderna revisión del mito de Electra basada principalmente en el texto y el trabajo actoral.

A Electra le sienta bien el luto es el título de esta versión que Gas ha hecho de la obra de Eugene O´Neill, y que traslada el mito al final de la Primera Guerra Mundial. Es un espectáculo muy coral, que reposa sobre el efectivo trabajo de un brillante elenco de actores en el que se incluyen nombres como Emilio Gutiérrez Caba, Mónica López, Adolfo Hernández, Maruchi León, Constantino Romero o Gloria Muñoz, entre otros. Aunque el protagonismo se divide entre todos ellos, destaca especialmente el trabajo de Mónica López --en su desgarrador papel de Electra-- y de Gutiérrez Caba --el hombre que conoce y soporta los secretos de todos los personajes--.

NUEVOS MATICES Gas coloca en el escenario un conjunto de personajes cargados de los instintos más terribles del hombre, como el rencor, el odio, la rabia y, por encima de todo, los deseos de venganza. Como novedad, esta versión de O´Neill profundiza mucho más en la maldad y la falta de moral de Electra, que en esta ocasión sale peor parada que su madre, la tradicional mala de este mito grecolatino. También añade un matiz más incestuoso en las relaciones entre padres, hijos e incluso hermanos.

El viaje de la esencia de Electra hasta el siglo veinte provoca una extraña sensación. Y es que avala la modernidad de los sentimientos e historias del teatro clásico pero, al mismo tiempo, le da un terrible aire a culebrón venezolano que la intensidad del texto ayuda a superar. Además de profundizar en los personajes centrales, la obra que dirige Mario Gas se convierte en un auténtico alegato antibelicista. Entre otras cosas, detalla sin compasión cómo los conflictos armados cambian sin remedio el espíritu de los hombres. Para ello utiliza frases contundentes como aquella en que uno de los protagonistas asegura que el hombre que fue "murió en la guerra". O esa otra en la que se pregunta "qué harían los generales si los soldados de ambos bandos entendieran que la guerra es una burla".

Por lo que se refiere al uso del teatro emeritense, el veterano director opta por una puesta en escena que prácticamente lo ignora y sólo hay un momento --cuando el hermano de Electra visita el cadáver de su padre-- en el que deja adivinar la profundidad de ese escenario.

Aunque en algunos momentos la obra se hace algo larga --especialmente en su primera parte-- lo cierto es que la fuerza del texto narrativo y el trabajo de los actores consiguen meter al público en una historia cargada de pesimismo, dolor y tragedia y que se resume en una de las frases que Electra le dice a su pretendiente: "Te quiero con toda la culpa que hay en mí".