¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es un director de colegio, un tipo con algún kilo de más, ya mayor, en ropa interior y con una cortina roja ondeando a la espalda. Dos décadas después de su génesis, el insólito Capitán Calzoncillos salta de las novelas ilustradas para niños de Dav Pilkey al blockbuster animado marca DreamWorks.

Pilkey se ha hecho bastante de rogar. Desde finales de los 90 había pretendientes desde todos los frentes (cine, tele, videojuegos) para los derechos de su criatura, pero el autor dijo que no sistemáticamente mientras seguía contando las historias que quería contar. Ya lleva 12 volúmenes y tres spin-offs, de los que ha vendido más de 70 millones de ejemplares en todo el mundo. El primero de la serie (Las aventuras del Capitán Calzoncillos) va por la 41ª edición en la colección El Barco de Vapor de SM.

Los verdaderos protagonistas de la exitosa saga son Jorge y Berto, dos niños que combaten la tristeza infinita de la Escuela Jerónimo Chumillas con trastadas de toda clase. No pueden quedarse quietos sin hacer nada porque, como Pilkey en su infancia, tienen trastorno del déficit de atención con hiperactividad. El autor creó a Capitán Calzoncillos cuando él mismo era un colegial hiperactivo ávido de satisfacción lúdica.

En los libros, Jorge y Berto canalizan su energía dibujando sus propios cómics en su vieja guarida en lo alto del árbol del patio trasero de Jorge. Son los Tebeos Casaenrama, SA, poblados por docenas de superhéroes de creación propia, entre ellos Superdobermán, Atufante el Retrete Parlante y el astro entre astros Capitán Calzoncillos, con unos calzones de poderes superelásticos. Como se explica gozosamente en la peli: «La mayoría de superhéroes parecen que están volando en ropa interior. ¡Este lo hace de verdad!».

La adaptación

Los chavales convencen al director de su colegio de ser Capitán Calzoncillos mediante el anillo hipnotizador incluido como obsequio en unos cereales (en el libro piden este anillo a través de un recorte de revista, algo menos natural para unos niños en el 2017). Y pronto se convierte en la única esperanza del planeta contra el malvado plan del Profesor Pipicaca: acabar con la risa.

Lejos de buscar la sintonía clara con los padres a través de chistes coyunturales o dobles lecturas, el primer peliculón de Capitán Calzoncillos es fiel al espíritu inocente e insensato de los libros y basa su comicidad en aquel delicioso combinado que hicieron famoso Los Punkitos: caca, culo, pedo, pis.

Pero por no herir en exceso la sensibilidad de padres y educadores, el guionista Nicholas Stoller (Los Muppets) y el director David Soren (Turbo) diluyen la locura escatológica dando importancia a la amistad entre los chicos, que da pie a un flash-forward con marionetas.

Esa gloriosa escena es obra de Screen Novelties, un colectivo de Los Ángeles especializado en animación imagen por imagen. Pero no es el único trabajo que DreamWorks Animation ha externalizado: por primera vez ha dejado la animación en manos ajenas, cediendo el trabajo a la compañía satélite canadiense de la francesa Mikros Image (El principito de Mark Osborne); la misma que trabaja actualmente en la segunda parte de Gnomeo y Julieta.

La (ventajosa) decisión de externalizar llega después del cierre hace dos años del estudio pionero en animación infográfica PDI DreamWorks (antes Pacific Data Images), situado en Redwood City, California, donde se cocinaron las exitosas sagas Shrek y Madagascar y también una joya del nivel de Cómo entrenar a tu dragón 2.