Acaba de estrenar en España Paranoid Park , una hipnótica mirada a la adolescencia por la que fue premiado en Cannes.

--Como muchas de sus obras previas, Paranoid Park captura las incertidumbres e inseguridades de la adolescencia. ¿De dónde proviene esa fijación?

--Es una etapa vital esencial a nivel formativo. Al principio de la película, Alex, el protagonista, dice: "No sé si estoy listo para ir al Paranoid Park". ¿Qué representa ese parque? Simplemente, la edad adulta. Sus padres se están separando, él empieza a experimentar el despertar sexual y, en medio de todo ello, sufre la experiencia más traumática de su vida. Eso precisamente es la edad adulta, tratar de soportar todos los problemas que te asaltan a la vez.

--Uno nunca está listo para ir al Paranoid Park, ¿no es así?

--En efecto, nadie está preparado para ser un adulto.

--Parece usted comprender muy bien a esa juventud atormentada, ¿por qué?

--No creo comprenderla, la verdad. Me siento excluido de ella, y es lógico. Los niños deben distanciarse de las figuras de autoridad y crear una visión del mundo independiente de las reglas de sus padres, porque su papel es reconfigurar el funcionamiento de la sociedad. Pongo un ejemplo: si, de repente, el cambio climático inundara las ciudades, ellos se adaptarían y se encargarían de construir un mundo nuevo y nosotros, en cambio, acabaríamos muertos.

--Pero sus personajes no son seres precisamente sociales, sino más bien outsiders.

--Siempre me ha atraído un personaje como Huckleberry Finn. En cualquier caso, me interesa sobre todo cómo esos chicos perdidos crean comunidades entre ellos, familias ad hoc. Supongo que es porque yo no tuve hermanos, y por eso cuando era niño siempre andaba junto a unos chicos que vivían al otro lado de la calle, que eran cuatro hermanos.

--La comunidad en la que ´Paranoid Park´ se fija es la subcultura skater. ¿Qué conoce usted de ella?

--Durante un tiempo, en los años 60, fui un loco del monopatín, pero cuando la fiebre skater resurgió en los 70 yo ya tenía casi 30 años y el nuevo estilo me pareció demasiado agresivo. Cuando trabajé en la película Skateboard (1978) comprendí que los skaters son casi como los surferos o los pandilleros, una tribu muy hermética. Así los muestro en Paranoid Park , pero la película no es un retrato de esa cultura. El monopatín me sirve de metáfora, de forma de escape.

--En el aspecto estilístico, ´Paranoid Park´ posee muchas similitudes con su trilogía de la muerte ´Gerry´ (2002), ´Elephant´ (2003), ´Last days´ (2005), que inició tras rodar su película más comercial, Descubriendo a ´Forrester´ (2000). ¿Fue esa obra un punto de inflexión?

--Forrester fue el fin de un ciclo que había empezado con El indomable Will Hunting (1997) y Psycho (1998), y al hacerla fui muy consciente de las trampas que usaba para atar al espectador a la butaca. Decidí que no quería seguir con esos métodos, que iba a volver a mis inicios, cuando trabajaba con equipos de tres personas. Paralelamente, me interesó cada vez más el cine de Europa del Este. Debo decir que percibo Paranoid Park como una obra de transición, como el fin de otro ciclo.

--¿Cómo será el siguiente ciclo?

--No lo sé. Supongo que seguiré tratando de explorar las posibilidades dramáticas de la imagen. Desde joven me atrajeron las obras de James Joyce o Samuel Beckett, algunas tan austeras que en ellas la historia era reducida a una idea sencilla, casi a una sola palabra. Para mí, el color y el movimiento de un plano son mucho más elocuentes que tres páginas de diálogo.