Esa particular manera que el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, Santander, 1942) tiene de mirar a la sociedad española, "entre el realismo y la fantasía", le ha llevado al Premio Nacional de Cinematografía. El galardón se lo concedió ayer el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura, a uno de los más prestigiosos directores de los últimos 30 años, un fabulador de la imagen comprometido con su tiempo y autor de obras como Habla mudita , Sonámbulos , Camada negra , Demonios en el jardín y Don Quijote , reconocidas internacionalmente.

El jurado del premio, dotado con 30.000 euros, que estuvo presidido por Fernando Lara, director del ICAA, valoró especialmente la "entidad de su mirada". Gutiérrez Aragón recibirá el galardón en septiembre durante el Festival de San Sebastián.

Emocionado por las razones que esgrimió el jurado para galardonarle y algo melancólico porque este premio tan personal le ha llegado "más al final" de su carrera, Gutiérrez Aragón recibió la noticia cuando realizaba las mezclas de su película número 18, Una rosa de Francia , rodada en Cuba con Jorge Perugorría al frente del reparto.

Trabaja contra reloj porque debe estrenar en octubre, lo que le obliga a aplazar unos días la celebración del premio. Por eso, al iniciar la conversación con este diario, el director de Cosas que dejé en La Habana se aplica una cita clásica: "Que la inspiración me llegue trabajando".

TRAYECTORIA "COHERENTE" Gutiérrez Aragón reconoce que le satisface recibir un premio a su persona y no a una obra concreta y que le emociona más si es a toda una trayectoria profesional. "A lo mejor ahora hago mejor cine", bromea. Si tuviera que destacar algo de sus filmes, a los que hay que sumar una obra de teatro --Morirá de otra cosa (1992)-- y su trabajo como director de dos óperas basadas en textos de García Lorca, es la "coherencia" de su trayectoria, subraya.

"Sé que tengo películas buenas y malas, unas más rigurosas y coherentes que otras, pero mi motivación siempre surge de lo fantástico. La fantasía y el testimonio son las dos caras de la realidad", afirma el realizador. Sin embargo, tiene debilidad por las películas de sus comienzos, las que produjo Luis Megino.

Los festivales de Cannes, Berlín, San Sebastián y Chicago, entre otros, han reconocido la creatividad del realizador cántabro desde su debut en 1973.