La imagen acapara hoy las portadas: la actriz Isabelle Huppert, con un discreto vestido blanco, sonriendo, abrazada a Michael Haneke, tras entregarle la Palma de Oro por su perturbadora película filmada en blanco y negro sobre el oscuro nido donde se criaron y alimentaron los principios absolutistas del nazismo. (Das weisse band) es la denuncia contra las consecuencias de una educación excesivamente severa más estremecedora y elocuente que se ha proyectado en la sección oficial de Cannes. La ovación fue unánime.

"La felicidad es algo extraño que no sé si conozco, pero puedo asegurar que me siento muy orgulloso", declaró Haneke sobre el escenario del Gran Teatro Lumière. Huppert, presidenta del jurado, le debe a él el estremecedor personaje protagonista de La pianista, que la condujo en el 2001 a su segundo gran reconocimiento como actriz en Cannes. Ese año, el director nacido en Múnich y nacionalizado austriaco se llevó el Gran Premio del Jurado.

Huppert reiteró ayer su decisión de acercarse a los filmes "con la intención de amarlos, no de juzgarlos". Ese principio se tradujo en un palmarés muy repartido, en el que ninguna película se ha llevado más de una estatuilla, y en el que queda patente el desprecio por el cine español, que se ha ido de vacío. Es la primera vez que Almodóvar no recibe la esperada llamada para regresar a recoger premio en Cannes. Coixet, en cambio, no tenía demasiadas expectativas en su debut en el gran aparador del cine mundial.

Alain Resnais, uno de los fundadores de la nouvelle vague, se llevó una mención especial a su carrera. El realizador francés concursaba con la sutil Les herbes folles, una muestra del talento de quien hace ya medio siglo estrenó en este mismo escenario Hiroshima mon amour .

El Gran Premio del Jurado, segundo en importancia, fue para Un prophète, gran película del parisino Jacques Audiard, que relata el ascenso en la mafia carcelaria de un emigrante de 20 años. El premio al mejor director recayó en el filipino Brillante Mendoza por la sórdida Kinatay.

El premio del jurado volvió a recaer, esta vez ex aequo, en Andrea Arnold, que ya lo logró hace dos años con Red road, inquietante ópera prima con la que concursó tras ganar el año anterior el Oscar al mejor corto. Fish tank, de Andrea Arnold, compartió el galardón con Bak-Jwi, del venerado Park Chan-Wook.

La concesión más radical fue el premio de mejor actriz a la francesa Charlotte Gainsbourg por su interpretación en Anticristo , de Lars von Trier, polémica por las escenas con penes clavados en tablas, mutilaciones de clítoris con detalles extremos, escenas sexuales explícitas y sangrientas masturbaciones. "Ha sido la experiencia más interesante, más dolorosa y excitante que he tenido como actriz", manifestó Gainsbourg.

El austriaco Christoph Waltz se alzó con el premio a la mejor interpretación masculina por su papel en Malditos bastardos , de Quentin Tarantino.