Es la primera vez que uno de los grandes colosos de Hollywood lo dice tan alto y claro. El fenómeno de la piratería en España es tan fuerte que está amenazando con poner en peligro la venta de DVD de las grandes superproducciones estadounidenses. Así se mostró el director de Sony Pictures Entertainment, Michael Lynton, quien dejó entrever la posibilidad de que su compañía termine vetando la distribución de películas en España en ese formato.

Las cifras respaldan sus temores. El año pasado (sin incluir las descargas ilegales en internet), se vendieron en el top manta 25 millones de DVD, más de los que se adquirieron legalmente: 14,6 millones. Estos, a su vez, supusieron un descenso del 26% respecto a los vendidos legalmente en el 2008. En el 2005, las ventas y alquiler de DVD reportaron al sector 400 millones de euros. En el 2009, 172 millones. Así lo demuestran las estadísticas de la Unión Videográfica Española, cuyo secretario general, José Manuel Tourné, criticó a las autoridades por no luchar contra la ilegalidad: "Nadie hace nada. Y lo que necesitamos es un cambio educativo para que la gente deje de creer que la cultura es gratis".

"El ritmo de descargas de películas en internet es tan grande que España está a un paso de dejar de ser un mercado viable para nosotros", añadió el director de Sony a Los Angeles Times , donde publicó un artículo en el que equiparó pilares de la cultura española, como Pablo Picasso y las corridas de toros, con el problema de la piratería. El principal ejecutivo de la major reconoció que también está preocupado por la situación del sector en otros países, "incluido EEUU".

A nadie debería extrañar que las majors tengan los pelos de punta. Hay que tener en cuenta que el mercado de los DVD mueve miles de millones de euros al año y que la mitad de los beneficios generados por una película provienen de la venta y el alquiler de cintas en ese formato.

Según la productora y distribuidora Lions Gate, el beneficio por la venta y alquiler de películas en DVD en España es entre tres y diez veces menor que en otros países, como Reino Unido o Alemania.