Antes de que Freud se enterase, Sófocles ya desveló la complejidad y la oscuridad del ser humano para convertirlas en uno de los grandes triunfos del viejo teatro, escrito 2.500 años atrás. Tabú, transgresión, la culpabilidad y la inocencia, algo así como una vieja serie B de poder evocador y enorme atractivo para el mito desgraciado rey de Tebas, inspirador de la literatura occidental. Edipo Rey, mil y una vez llevada a escena, es también apología de Teatro del Noctámbulo, la compañía extremeña de José Vicente Moirón que en versión de Miguel Murillo y dirección de Denis Rafter, ha vuelto a ser laureada, en esta ocasión con el Premio al Mejor Espectáculo y Premio del Público en el prestigioso Festival de Teatro Garnacha de la Rioja (Haro), que este año alcanza su décimonovena edición.

Teatro del Noctámbulo se posiciona así como la primera compañía en la historia de este festival que obtiene por tercera vez dicho reconocimiento. Y no es para menos, porque en la interpretación (lo vimos en el Romano de Mérida) todo el elenco está espléndido, pero la estrella es José Vicente Moirón (Edipo), que despliega tono, brillo, energía... o Memé Tabares como Yocasta, Gabriel Moreno en el papel de Creonte y Javier Magariño, que hace de Tiresias. La obra lleva al espectador al tiempo en que Edipo reina en Tebas contando con la veneración del pueblo y el amor de Yocasta, la viuda de Layo, el rey muerto, ahora convertida en su esposa. La ciudad está asolada por numerosos males y sus habitantes acuden a Edipo para que interceda por ellos. Desde Delfos, desde el altar de Apolo llega la noticia, traída por Creonte, que señala a quien mató a Layo como causante de todos los males. Edipo es el causante de la muerte de Layo y Yocasta, la viuda y esposa de Edipo, es realmente su propia madre. Ante este horror, Yocasta se quita la vida y Edipo frente al cadáver de su madre y esposa, se arranca los ojos desesperado y reclama el castigo que él mismo prometió para el culpable y así salvar a Tebas.

Edipo cuestiona al hombre de todos los tiempos y el sentido trágico de la existencia, y lo hace a través de la historia del parricida que se casó con su madre y se arrancó los ojos para no tener que contemplar el horror de una verdad que con tanta belleza, maestría y pasión relatan ‘Moirón and company’.