¿Qué hay detrás del miedo que subyace en muchas actitudes ciudadanas? ¿A quién beneficia una sociedad en la que el miedo esté presente y se genera de modo constante a través de los medios de comunicación, de las ficciones televisivas, de los mensajes del poder?

A estas preguntas intenta responder Isaac Rosa en su nueva novela El país del miedo (Seix Barral), que si no fuera un reflejo de la realidad podría decirse de ella que es una novela de terror. Pero el propio Rosa lo reconoce: "Es una novela de terror". Y el terror lo consigue sin efectos especiales, sin maquillaje, sin tramas ocultas, sin oscuridad. Basta una escritura como la suya, tenaz, insistente sobre el asunto de que trata para percibir la amenaza, el acoso, la tensión que provoca un adolescente extorsionador en un padre miedoso.

No era sencillo dejar atrás El vano ayer , la obra que colocó a Rosa como uno de los autores de referencia de la literatura española actual, y que recibió premios importantes (el Rómulo Gallegos en Venezuela y El Ojo Crítico de Radio Nacional de España) por su disección del franquismo.

¿Le costó olvidar esta novela? "Es cierto que los lectores tienen presentes unas expectativas después de lo que ocurrió con esa novela y sabes que esta nueva no será recibida como una más. Pero en la escritura de El país del miedo no noté nada de esto. No me puse ninguna presión".

El país del miedo es una novela de un alcance diferente (aunque la mirada crítica y social se mantiene) a la anterior. Más reducida en su espacio, más íntima en las relaciones de sus personajes. Rosa reconstruye los hechos en torno a una familia (los padres y un adolescente). Al descubrir que el hijo es objeto de la extorsión y maltrato por parte de uno de sus compañeros de instituto, el padre decide resolver por sí mismo la cuestión.

Comido por el miedo (un término en torno al cual desarrollará toda una teoría en capítulos alternativos a la trama principal), incapaz de reaccionar, abrumado por hallar una salida, se convertirá a su vez en extorsionado y maltratado por el adolescente.

Su falta de resolución le llevan a una huida hacia adelante, llena de mentiras, de ocultaciones, de humillación para intentar, según piensa él, proteger a su familia.

--Sale uno de la lectura de esta novela con el miedo en el cuerpo.

--Pues es un efecto indeseado porque lo que uno buscaba era una reflexión sobre él.

--Antes de escribir esta novela preparaba otra sobre el paro.

--Sí. Tengo multitud de notas tomadas; es una novela ambiciosa y llevará su tiempo. Pero en medio se me cruzó esta, cuya idea ya tenía hacía tiempo.

--Describe una familia infeliz.

--O una familia feliz hasta que se rompe. Es un reflejo de muchas relaciones de hoy, en donde se ha instalado la desconfianza y se construyen sin esos apoyos que había antes. El personaje principal podría buscar ayuda en su mujer, en su familia, en las instituciones; pero se va cerrando puertas a causa del miedo.

--Sin embargo, ese personaje es una persona razonable, que renuncia a la violencia porque piensa que puede causar más violencia.

--Es alguien que razona con sus propios miedos, que es capaz de iluminarlos por esa razón, pero sigue dominado por ese sentimiento primario, y en el que fue educado. No es capaz de poner soluciones cuando las amenazas son aún pequeñas y su respuesta es emprender una huida hacia adelante.

--¿Y cómo sale uno de la espiral?

--Exige un gran esfuerzo porque se trata, como digo, de sentimientos primarios. Y para ello hay que recurrir a más información, a más conocimiento.

--En realidad plantea un círculo vicioso: una vez instalado en el miedo todo puede ir a peor.

--Uno piensa que si la amenaza es más grande de lo es solo puede desembocar en violencia. Pero esta no es en sí misma una solución, no resuelve nada.

--En la novela hay también un retrato de la violencia infantil. El hijo es maltratado por sus compañeros.

--Sí, pero la violencia escolar tampoco es algo de nuestro tiempo. No hay más que cuando éramos escolares. Ahora se cuantifica, se le ponen nombres.

--El hijo reproduce el comportamiento cobarde del padre.

--El hijo es educado como un miedoso. Y esto es algo que sucede actualmente. Los padres están educando a sus hijos como ciudadanos asustadizos, incapaces de reaccionar, de utilizar mecanismos para defenderse, para dar respuesta.

--¿Y cómo se plantea usted la educación de sus propios hijos?

--Bueno, los miedos que tiene el personaje como padre los comparto, como imagino que ocurrirá con otros padres con hijos: el miedo a que les pase algo, a que enfermen. Y para evitar transmitírselos intento hallar un equilibrio entre el proteccionismo y el atemorizarlos.

--¿A quién beneficia el miedo?

--Es obvio que sacan renta del miedo las empresas de seguridad. Y saca beneficios el poder. No es algo nuevo esto. Antes de que Maquiavelo apuntara al miedo como uno de los elementos de gobierno de los ciudadanos ya existía esta idea. Hoy, el Estado ha dimitido de protegernos de unos miedos (como por ejemplo, las amenazas socioeconómicas) y se vuelca en otros para los que nos ofrece protección y que funcionan como cortinas de humo respecto a aquellos. Nos dicen que nos amenazan los inmigrantes, los pobres, los pederastas, los terroristas. Y aunque algunos de estos miedos existen están sobredimensionados. Por ejemplo, se magnifica la existencia de pederastas, se dice que van a secuestrar a nuestros hijos y aprovechando esto se recortan libertades, se endurece la actuación policial.