El décimo aniversario de la editorial Acantilado, una de las principales empresas del libro de España, ha pillado a Jaume Vallcorba trabajando y no descorchando cava. Aunque no le falten motivos para la satisfacción.

--¿Por qué ha triunfado Acantilado y Sirmio, una editorial que usted lanzó en los 80 con una filosofía muy parecida, se fue al garete? En ese sello descubrió, por ejemplo, a Javier Cercas.--Le daré otro. En Sirmio publiqué Novela de ajedrez de Stefan Zweig, que apenas vendió y de la que ahora en Acantilado llevamos 11 ediciones.

Novela de ajedrez

--¿Tiene alguna teoría al respecto?--Había demasiados libros universitarios en el catálogo y hoy un estudiante de humanidades puede terminar una carrera sin haber leído un solo libro. Esto lo he dicho públicamente delante de la ministra y no me ha corregido, así que tiendo a pensar que es cierto.

--Usted, que ha sido profesor universitario, lo sabrá.--Dejé de divertirme y lo dejé hace cuatro años. Menos rector y mujer de la limpieza, en la Universidad Pompeu i Fabra (de Barcelona) he sido de todo. El crecimiento de Acantilado quizá se deba a mi dedicación actual a tiempo completo.

--Junto a su nombre suele aparecer un adjetivo: exquisito.--Si exquisito quiere decir exigente, lo asumo.

--Pero también puede significar elitista.--Pues ser elitista tampoco me parece mal. En estos últimos tiempos oigo hablar de la democratización de la cultura sin que nadie me haya explicado qué quiere decir eso. De momento, solo he visto que sirva para intentar eliminar los derechos de autor. Yo entiendo la cultura trabajada con esfuerzo, la transmisión de una tradición, debidamente adaptada, a generaciones futuras.

--Uno de sus inventos, el de la recuperación de clásicos olvidados, ha tenido mucha fortuna en la edición actual, no pocos le han imitado.--Cuando me propuse editar las Memorias de ultratumba , de Chateaubriand, más de uno me pronosticó la ruina absoluta y ahora vamos por la sexta edición.

Memorias de ultratumba

--¿Cuál ha sido su mayor satisfacción como editor?--Cada vez que me llega un libro terminado de la imprenta: su olor, su tacto... Pero hay momentos más brillantes: cuando has apostado por un autor y le dan un Nobel.

--Como al húngaro Imre Kertesz.--Un autor que, por cierto, no vendía mucho. Que ahora un escritor nuevo como David Monteagudo, que paseó sus manuscritos por muchas editoriales, se haya convertido en un best-seller en la mía, es una alegría enorme, pero hay libros que he vendido muy poco y de los que estoy extraordinariamente satisfecho. Volvería a publicarlos mañana. Mis editoriales se mueven en un sutil equilibrio entre lo comercial y lo cultural.

--Pero se arriesga mucho: esa querencia por los desconocidísimos autores centroeuropeos y del Este.--El telón de acero ha sido algo real y todavía vivimos muy al margen de lo que está pasando ahí. Pero hay que ir con cuidado con lo que llamamos minoritario. Una tumba para Boris Davidovich , de Danilo Kis, uno de los grandes autores del siglo XX, ha tenido reimpresión, al igual que

Una tumba para Boris Davidovich Mi siglo