Como la de Bill Murray, la trayectoria de Javier Cámara ha dado en los últimos años un giro inesperado. De papeles histriónicos, delirantes, surrealistas y desorbitados ha pasado a interpretaciones contenidas, de primeros planos, largos silencios y hondas miradas. En Malas temporadas , el protagonista de Hable con ella adapta la personalidad de un jugador de ajedrez introvertido, solitario y enigmático.

El filme de Manuel Martín Cuenca, que acaba de llegar a las salas, es una historia de vidas cruzadas a partir de personajes que entretejen su destino con una única intención: salir de una mala racha. "Las situaciones son íntimas, personales, pequeñas. Había mucho control técnico y la cámara pedía que estuviera quieto, parado. Lo viví como un ejercicio", define Cámara, que reconoce que en televisión sobreactuaba.

Todo empezó con Siete vidas , a la que define como una comedia sacada de quicio. "Que conste que la tele me encanta y que volveré". La dejó por Hable con ella . Desde entonces ha demostrado que puede asumir otro tipo de papeles. "No tengo ni la menor idea de lo que vio en Almodóvar en mí. Quizás me eligió porque en el fondo mi personaje resultaba cómico". Antes sólo había actuado en comedias. Torrente , de Santiago Segura, fue detonante de éxito y popularidad.

RECIEN INVITADO "En el cine aún me siento como recién invitado --dice--. ¡Pero qué bonito fue que la primera película grande llegara de las manos de Almodóvar!". Su elección sigue siendo el cine de autor. Sus últimos filmes también son de cineastas que asumen compromisos, que buscan un estilo personal. Es el caso de Isabel Coixet, que lo convocó en La vida secreta de las palabras , y de Cesc Gay, con quien ha rodado Ficción . "Hay veces que puedo elegir y otras no, pero mi camino es ése".

Para él, Gay y Coixet hablan un mismo idioma. "Son gente honesta. Tercos y muy preparados. Quieren contar su película y pasan por todo tipo de impedimentos para poder contarla. Pero Isabel me mata", dice con ternura Cámara, que insiste en que ha descubierto bien pocas isabeles. "Sólo las que ella me ha querido mostrar. Es una creadora, un cerebro emocional, aunque a veces le saca de quicio una tontería. He sido afortunado por trabajar con ella. Espero que me vuelva a llamar".

Aunque por el camino ha aparecido Alatriste, donde, según su parecer, todo se escapa hacia el dinero y las formas.