Este artista visual presenta la exposición ´Dos películas´ en la galería cacereña Casa sin fin. Dos obras sobre el mundo de la minería en Murcia y la vida rural en Galicia

A los 17 años, Javier Codesal intentaba crecer como poeta. Le atraían las artes visuales y no prestaba excesiva atención al cine. Pero el impacto de la película Teorema y de su director, Pier Paolo Pasolini, le deslumbró. Le hizo reconsiderar el cine y a sí mismo, atraído por la personalidad del poeta, cineasta y homosexual italiano. Abandonó su ciudad (Sabiñánigo, en Huesca), estudió Ciencias de la Información, descubrió el vídeo y las posibilidades de su aplicación en el arte y se convirtió en uno de los pioneros de la videocreación en España. Dos de sus obras, O milagre da carne (1994) y Bocamina (1999), rodadas en formato de cine, se exhiben en la galería Casa sin fin de Cáceres.

"Cuando las presenté, la gente del arte decían que eran muy cinematográficas y la gente del cine, que eran poco narrativas", explica Codesal. Y ambas son lo uno y lo otro. No cuentan historias de principio a fin, pero contienen historias y están interpretadas por actores. En Bocamina se muestra el pasado minero de una población del sur a través de los cantes mineros. Unos niños juegan en el espacio vacío de la mina al aire abierto, unos hombres hablan en un bar... "El primer pase --recuerda Codesal-- lo hice en La Unión (pueblo minero) y la gente se identificaba con lo que veía, aunque les resultara algo raro; pero entendía la emoción que había allí". En O milagre de la carne vemos a los componentes de una misma familia durante sus tareas cotidianas en un pueblo, mientras una voz en off cuenta la historia de cada uno de sus componentes.

Codesal se sirve para su trabajo --desplegado muchas veces en forma de instalaciones o series-- tanto del cine como de la fotografía, el vídeo o la poesía. En él no renuncia a narrar. "Pero no comulgo con ruedas de molino. Soy caótico, estoy roto , reconozco mis fisuras, y así salen mis relatos y mis vídeos". Y lo que narra está vinculado a lo real, frente a la "fuerte presencia de lo abstracto en el arte contemporáneo". Su último trabajo (sin guión previo y con un mínimo equipo: un conductor y una productora) lo ha realizado en Colombia sobre accidentes causados por minas antipersonas.

Para alguien que ama el cine, que reclama una imagen despojada, limpia, elemental, como la que recogieron hace más de un siglo los hermanos Lumiere, Codesal mira con desazón las películas que se hacen hoy. "Yo me aburro mucho, pero también me emociono, incluso con algunas películas de Hollywood. Con E.T. o Inteligencia artificial , de Spielberg. En otro ámbito, me interesan los portugueses Manoel de Oliveira y Pedro Costa".

¿Y cuál es su público? "Ah, ese es el enigma. Quién le escucha a uno. Yo lo vivo con temblor, con angustia, con alegría. Uno se da cuenta de no puede llegar a todo el mundo. Así que al público hay que ir encontrándolo. Y esto sucede también a lo largo del tiempo". Recuerda el vídeo Sábado legionario , un encargo sobre ese cuerpo del ejército. Iba a difundirse por televisión, pero su concepción artística chocó a los responsables televisivos. "Nunca se emitió. Pero con los años salió del sopor y ha podido ser vista".

Conserva intacto el cabreo hacia la televisión desde que la abandonó a finales de los años 80. Trabajó en TVE unos diez años como realizador y productor. "Las posibilidades de crear que había para los artistas se cercenaron violentamente". "Hoy veo poca televisión y cuando estoy en hoteles hago zapping".