Jesulín de Ubrique, de 32 años, ha anunciado su retirada en la temporada del 2007, "después de 20 años de profesión". Una buena noticia para él, para su familia y para los aficionados, "que caben en un autobús", había dicho despectivamente el torero de Ubrique en alguna ocasión, porque el espigado espada gaditano tiene el discurso meloso, deslenguado y algo hortera, ingredientes académicos imprescindibles para convertirse en un ídolo de masas.

Lo fue en sus mejores tiempos, desde que se bajó los pantalones en un programa de Mercedes Milá, ante la mirada avergonzada de los matadores José María Manzanares y Joselito. Lo hizo para rebatir a quienes le tachaban de torear "con truco". Efectivamente Jesulín sufrió cornadas como sus compañeros.

Con aquel gesto se denunció como hábil vendedor de sus cicatrices. Aquella bajada de calzones en TVE lo lanzó al estrellato de la más rijosa popularidad, lo puso rico y, para la historia del toreo, batió el récord de corridas que detentaba El Cordobés, sumando 161 festejos.

UN BRAGUETA DESEADO Torero de buena técnica, templado con las telas y eficaz estoqueador, Jesulín de Ubrique prefirió cantidad a calidad y, para conseguirlo lo mismo pisó el ruedo de Las Ventas que el de la Maestranza o una plaza portátil que le montó su apoderado Manuel Morilla en Sierra Morena. Perseverante, simpaticón, lleno de vida, se paseó por los ruedos como un sex symbol hispano, como un bragueta deseado.

Capítulo aparte merece su vida amorosa. De Belén Esteban se separó escandalosamente y de María José Campanario, su actual esposa, se ha visto salpicado por un presunto fraude a la Seguridad Social. Alrededor de Jesulín medraron sus padres, que llegaron a ser portada de ¡Hola!, y sus hermanos y, como en el más apasionante de los culebrones, su finca Ambiciones --donde se desarrollaron las infidelidades, las traiciones y los cuernos-- se convirtió en lugar de peregrinaje turístico.

Un accidente de coche le tuvo al borde de la muerte. Los cuidados médicos y la fuerza de voluntad del torero le devolvieron al ruedo. Pero Jesulín, en lo taurino había dejado de interesar.

LA MEJOR DECISION Tampoco exhibía las mismas facultades físicas de sus principios cuando tomó la alternativa en Nimes (Francia) en 1990. Su retirada es la mejor decisión de su azacaneada vida pública. Tiene derecho al reposo del guerrero, a disfrutar de la familia, de su gente y a ver los toros desde la barrera. La tauromaquia se lo agradecerá porque, curiosamente, debiéndoselo todo hizo un mal uso de la ética y de la estética de este oficio con sus incursiones en el show de los horrores del país. Y es que las aventuras sentimentales de Jesulín ensombrecieron sus logros profesionales, por lo que ayer, la retirada de los ruedos del torero abrió los programas de corazón.