A las dos de la madrugada, la policía llama a la puerta de la galería pacense Angeles Baños. Allí trabaja Jesús Zurita (Ceuta, 1974) pintando un mural para la exposición Lo que no , que reúne obra suya de los últimos años. Uno de los agentes le pregunta al artista qué hace. Y él responde: "Trabajando". "No son horas de trabajar", contesta el policía. Así que pasan al interior para que vean los cuadros y el mural. Después de que se marchen, Zurita seguirá trabajando en esa obra efímera hasta las cuatro y media de la madrugada, cuando, tras casi diecisiete horas de tarea, concluye. "Tengo asumido que la desaparición de este mural forma parte de la naturaleza de la obra. Y me duele que desaparezca. Pero a la vez aprendo mucho del proceso", dice este creador, cuya obra ha presentado la galería granadina Sandunga en varias ediciones de Arco.

La pintura de formas vegetales y de telas de un intenso color rojo que caracteriza el mural, remite a los mundos visuales de Zurita: formas viscosas, líquidas. "Me interesa contar algo, y para mí, lo fundamental es lo que no se muestra, lo que queda oculto, por ejemplo, detrás de esas telas rojas".

Sus cuadros "no cuentan una historia, sino fragmentos de una historia mayor que desconocemos. Imagine cuando va andando por la calle y capta fragmentos de una conversación que en su conjunto sonaría banal, pero aislados, fuera de contexto, se abren a lo poético".

Las imágenes de Zurita pueden remitir al mundo de los sueños o al de Lovecraft, el escritor estadounidense de terror, creador de criaturas fantásticas de formas indefinidas. "Leí en su momento todo Lovecraft. Me encantaba su acercamiento a la figura de lo maléfico. Y comparto con él la estética de lo sublime, la sensación del terror como principio estético, el enfrentamiento con el absoluto, como si uno se asomara a un acantilado y vibrara ante lo desconocido".

Este pintor, residente en Granada, cree que un artista no puede desligar su trabajo de la realidad, "de lo que ocurre" hoy. "En mi caso, la realidad te manda y te modula. No soy yo el mismo de hace diez o veinte años. Esto no quiere decir que en mis cuadros salgan filas de parados, porque no me interesa lo directo; pero sí cierta oscuridad".

La situación "es casi apocalíptica, con mucho vértigo", dice para explicar los efectos de la crisis en las infraestructuras del arte en Andalucía. "Gracias al proyecto Inciarte se dio un vuelco histórico a la desidia que había en Andalucía hacia el arte, que pudo mirar de frente a otras comunidades como el País Vasco o Cataluña. Y los artistas podíamos desarrollar nuestros trabajos. Pero todo se hizo a un coste cuyas consecuencias estamos pagando ahora".

Al perderse asideros "se producirá una criba" y solo el que sienta la necesidad de expresarse a través de las artes plásticas "estará con un palo haciendo líneas en el agua". ¿Cambiará él? ¿Le cambiará esta gigantesca mutación del paisaje social, cultural, económico? "Una trayectoria siempre te cambia. Espero ser un artista distinto del que soy pasados diez o quince años, pero por conclusiones a las que haya llegado por mi mismo, no dictadas por el entorno. Y ahí es donde se establece la lucha, entre lo que uno cree y lo que presiona desde fuera".