Joaquín M. Barrero debutó en la literatura con más de 60 años, y tras dos exitosas novelas vuelve con una obra sobre los niños de Rusia.

--¿Sabe el número de ejemplares que ha vendido de sus dos novelas anteriores?

--Sinceramente, no.

--La editorial calcula que unos 100.000. Son muchísimos.

--A mí esas cifras no me importan mucho. Me interesa más que la gente lea los libros y se emocione como yo me he emocionado al escribirlos. Ese es realmente mi premio. Si luego resulta que gano dinero con ello, pues bienvenido sea. Pero yo no estoy buscando dinero al hacer libros. No soy un autor al uso. No me he ganado la vida escribiendo sino con otras cosas porque tenía que mantener a cinco hijos. Y esto ha sido como un regalo en los años dorados.

--A pesar del éxito, sigue sin arrepentirse de no haberse convertido antes en novelista profesional.

--No me arrepiento de nada de lo que he hecho. He tenido muchas satisfacciones y también insatisfacciones. Empecé a trabajar a los 12 años y lo sigo haciendo. Si me hubiera convertido antes en autor profesional, también hubiera escrito historias emocionantes, pero quizá no tanto como ahora. Tengo un bagaje del que carecen los que tienen 30 años.

--Además de los niños de Rusia y la España de la posguerra, Una mañana de marzo (Ediciones B) habla del sórdido mundo de la prostitución.

--Sí. Me documenté. Fui a bares de alterne con alguno de mis hijos y hablé con las mujeres. Con las que querían hablar, claro. Y también he leído mucho al respecto.

--La novela negra está muy de moda. ¿Qué aporta su detective, Corazón Rodríguez?

--El es diferente porque siempre investiga en el pasado cercano. Esa búsqueda en los últimos 50 años de nuestra historia es muy atractiva porque de la guerra civil nace todo lo que somos ahora. Corazón Rodríguez aporta eso, la recuperación de la historia reciente.

--¿Por qué tenemos la necesidad de recuperar el pasado?

--La ley de la memoria histórica supone encontrar unos restos para poder enterrar a los familiares. Pero hay otra memoria, que es la recuperación del recuerdo. Es algo muy importante. La guerra española marcó un hito. Fue la última guerra poética que hubo en el mundo. Mis padres me contaron muchas cosas y yo trato de verter en mis libros todo lo que ellos me enseñaron.

--Los cineastas hacen muchas historias de la guerra civil. ¿Le gustaría ver a Corazón Rodríguez en la gran pantalla?

--No puedo decirle que no. Hay mucha gente que lo ha dicho.

--A los autores les suele desencantar ver sus libros en la pantalla.

--No hay nadie a quien no le guste que su libro sea trasladado al cine. Incluso, los que se han quejado. Supone universalizar tu libro.

--Su literatura sencilla demuestra que no hacen falta fuegos artificiales para contar historias.

--Yo escribo para que la gente me entienda. No escribo para eruditos.

--¿Le interesa la política? ¿Qué le parece el nombramiento de la nueva ministra de Cultura?

--No he militado nunca en ningún partido. Estoy convencido de que la política de ahora no mejora el nivel de vida de los ciudadanos. Ahora, los políticos no son de carrera como los de antes, que eran ingenieros, arquitectos y médicos. Los políticos salen de su mundillo y no saben qué hacer.