Quién le iba a decir a John Waters cuando empezó a filmar cortos en el Baltimore de los años 60 que su primera película para el gran público acabaría en Broadway. ¿Quién habría dicho que la superestrella John Travolta se vestiría de mujer para interpretar el papel de Divine en Hairspray?. Los dos apuntaban maneras, eso sí. Waters con su etiqueta de cineasta controvertido, irreverente, kitsch; director de culto rodeado del séquito Dreamland (el nombre de su productora), que le ayudó a mostrar aquellos personajes marginales viviendo fuera del American way of life.

Y la excesiva Divine (nacida Harris Glen Milstead), drag entre las drags, con su peluca rubia, sus carnes flácidas y sus ojos pintados, musa de Waters desde Roman Candles (1966) y Eat Your Make-Up (1967), donde hacía de Jackie Kennedy en la recreación del asesinato de JFK.

Divine participó desde entonces en todas las cintas de Waters, incluyendo los éxitos Pink Flamingos , Polyester y Hairspray , estrenado el año que Divine murió mientras dormía. Aquel 1988 Hairspray aterrizó en la pantalla con la intención de llegar a una audiencia mucho mayor que la que acostumbraba a ver las películas del cineasta de Baltimore. Hairspray marcó su entrada al cine popular que continuaría con Los asesinatos de mamá , pasando con naturalidad de lo marginal a lo mainstream para presentar sus obsesiones a un abanico más amplio y diverso de fans que todavía lo adoran.

Pasaron los años y el filme de culto se convirtió en musical de Broadway en el 2002. Ahora el musical se ha vuelto película con estrellas: John Travolta vuelve a bailar, a cantar y a planchar como la madre protagonista. Michelle Pfeiffer regresa al cine tras cinco años apartada junto a Christopher Walken, Queen Latifah y Nikki Blonsky.