Johnny Ramone, guitarrista del grupo neoyorquino Ramones, falleció el miércoles a los 55 años a causa de un cáncer de próstata. Fundador del cuarteto, su influencia ha sido fundamental gracias a la simplicidad con que estructuró sus canciones: fórmulas de sólo tres acordes cuya sencilla efectividad perfilaría la quintaesencia del punk. Su muerte se suma a las del cantante Joey Ramone, en 2001, y el bajista Dee Dee Ramone, en 2002, en lo que parece una plaga imparable. Ayer Johnny fue incinerado en Los Angeles.

John Cummings, su verdadero nombre, fue un punk muy suyo. De joven era salvaje como el que más. Sin embargo, cuando cambió de carácter lo hizo de forma radical hasta convertirse en el sargento del cuarteto. Su disciplina causó problemas de convivencia en el grupo, pero, al mismo tiempo, aportó cordura para que la banda se transformase en una empresa rentable.

Heredero de la crudeza simplista de los Stooges y los New York Dolls, Johnny cocinó el pan con tomate del rock, esas canciones de tres acordes que darían cara y ojos, urgencia y sencillez, al emergente punk. Los Ramones le aportaron, sin embargo, dulzura e inocencia.