Anagrama se vende, pero no arría la bandera de la independencia. Será a otra editorial, Giangiacomo Feltrinelli Editore --que se ha mantenido al margen de los grandes grupos--, propiedad de su vieja amiga Inge Feltrinelli y hoy comandada por su hijo Carlo. El proceso de venta se desarrollará a lo largo de los próximos cinco años, cuando Jorge Herralde haya cumplido ya los 80. En medio de los fastos de la celebración de los 40 años de Anagrama, a finales de septiembre del 2009, Herralde tuvo una epifanía: había llegado el momento de vender. "Fue un momento de sensatez", sintetiza, "después de tantos años de resistencia mohicana" a la venta.

Pocos días después, en la feria de Fráncfort, selló la decisión al viejo estilo, con un apretón de manos a Carlo Feltrinelli y se inició entonces, a partir de la pasada primavera, un largo proceso de negociaciones "realizadas en un clima de máxima armonía" que se concretaron en la firma del acuerdo de venta el pasado martes. En ese momento, Feltrinelli adquirió un 10% de Anagrama y esa participación irá en aumento hasta alcanzar el 49% en el 2015. Durante ese periodo, el editor barcelonés no planea tirar la toalla ni descansar, se mantendrá al frente junto a su esposa, Lali Gubern: "Vendo la editorial cuando esta vive una excelente situación económica y yo también me encuentro en forma". También aprovechará el interregno para emprender provechosos intercambios con Feltrinelli: "Las decisiones editoriales de Carlo siempre me han gustado". Transcurridos los cinco años, el veterano editor se convertirá en el presidente no ejecutivo de Anagrama, al tiempo que la práctica totalidad de su capital pasará a la editorial italiana, con la salvedad de una mínima participación que se mantendrá en sus manos.

EL SUSTITUTO Pero antes de la culminación de la venta, inevitablemente, se habrá tenido que dar respuesta a la pregunta del millón: ¿quién será Herralde en lugar de Herralde? ¿Quién, el director editorial que sustituirá al aparentemente insustituible editor? Herralde, por el momento, no desvela al afortunado.

Gracias a la venta tampoco será una decisión exclusivamente suya ya que deberá consensuarse con su partenaire italiano. El retrato robot de ese editor ha sido trazado mil veces imaginariamente por Herralde con la indefinición del sospechoso que se resiste a que la policía reconozca finalmente al culpable: "En la última etapa de este proceso será necesario encontrar a alguien joven, en sintonía con nuestro catálogo, pero quizá más atento a las nuevas tecnologías. Será distinto pero mejor".