De su padre heredó los silencios y de su madre la desconfianza hacia el ser humano. Su hermano Miguel le infundió el deseo de escribir y Manuel su ansia por cantar. Con este legado, José Antonio Labordeta se ha forjado su naturaleza polifacética y su sentido solidario y reivindicativo. Esta noche (21.30), en el Gran Teatro de Cáceres, volverá a tañer la guitarra para reinventar el presente con sus viejas canciones reeditadas en 13 discos, Cantar y no callar .

--¿Cómo surgió la reedición de estos discos?

--El primer disco que grabé se titulaba Cantar y callar , que no está en esta reedición. Hemos decidido poner ese título porque no he dejado de cantar. El problema fundamental es que el mundo del disco está en crisis y tienen que inventar cosas para sacar adelante los discos.

--¿Qué ha sentido al volver a escuchar sus canciones?

--La remasterización ha sido muy buena. Los originales los mandaron a Alemania y los remasterizaron muy bien. Hay que pensar que nosotros fuimos unos pioneros de los discos y los grabamos en una semana. No nos íbamos 3 meses a Londres. Se han reproducido las carpetas y se han incluido las letras en los discos que no las tenían, que era una cosas que cabreaba mucho a los franceses y alemanes.

--¿Continúan vivas las canciones de autor?

--Creo que sí. La verdad es que hace un mes estuve en Badajoz y la reacción del público fue estupenda. Creo que es como la poesía. Si me preguntan si sigue vigente la poesía digo que sí. Unas veces estará más arriba Machado y otras más abajo, pero todo el mundo sentirá emoción cuando lea un poema.

--¿Sigue habiendo banderas rotas que recomponer y abanderar?

--Creo que todas las banderas están rotas con lo que está pasando en el mundo. Todas las banderas que levantamos pensando que el mundo iba a ser mejor, pues viendo lo que pasa, te deprimes.

--Cuenta que durante el franquismo se olvidó de reír. ¿Todavía hay algo o alguien que le bloquee la risa?

--Hace falta recuperar la memoria. Creo que con el franquismo caímos todos un poco en las cercanías del Partido Comunista, aunque nunca fui del partido. Era gente muy seria y no te podías reír, ni tomarte las cosas a broma y hacer chistes e ironizar. Ahora soy mucho más divertido, pero hay cosas que todavía me siguen quitado la sonrisa.

--¿Echa de menos esa época?

--No echo nada de menos aquella época, de verdad, nada en absoluto. Entonces uno era joven y tenía muchas esperanzas, pero era una España en blanco y negro.

--¿No tuvo nada positivo, a pesar de que destacaron personas luchadoras, reivindicativas, creadoras?

--Entonces no había más remedio que hacer eso. Ahora hay mucha gente que lucha por ideales, pero de otra maneras. Las ONGs, la gente que se marcha a los países del Tercer Mundo a trabajar. Lo que pasa es que entonces éramos muy poquitos los que movíamos la cabeza y se nos veía enseguida; pero no tengo nostalgia de esa época. No se podía hacer nada.

--¿Sigue siendo descreído y socarrón?

--Sí, cada vez más. Según avanza esta cosa de la iglesia me vuelvo más descreído. Hay un novelista brasileño que decía: "Antes era agnóstico, pero ahora me he hecho ateo". Creo que la iglesia va a conseguir que nos hagamos todos ateos. Al paso que van avanzando estos integristas católicos o cristianos, al final nos vamos a tener que defender todos en la trinchera del ateísmo.

--¿Se considera emblema de la conciencia político-social?

--No, no me considero nada. No soy líder o sería el más triste del mundo. Ni hablar. Cada vez que alguien dice que se fía de mí, yo le digo no te fies de mí.

--¿Es un trovador del siglo XXI?

--Sí, existen los trovadores. Creo que el cantautor es un trovador, un señor que cuenta una historia con una guitarra y una voz. Ahora acaban de sacar un disco de John Lennon que lo grabó en su casa con la guitarra. Es la vuelta del trovador.

--Nunca pensó que cantar era un oficio. ¿Lo es ahora?--No, yo soy cantante de fin de semana. Vengo a Cáceres hoy porque no puedo otro día. Sigo como cuando era profesor de Historia en el instituto, cantando los fines de semana. Creo que está bien estar en todos los sitios. Decía no sé quién a los políticos españoles que, en sus primeros 20 años, se dedicaran a una actividad que no fuera la política; que vieran a los ciudadanos en la oficina, en el autobús... Desgraciadamente, muchos de los que están en la política ahora mismo la han vivido desde niños y han sido políticos, no lo han dejado nunca; y no han viajado nunca en autobús ni en metro.--¿Le sigue intranquilizando el fax?--Ya no porque no lo utiliza casi nadie. Ahora, me intranquilizan mucho los correos electrónicos. Cada vez que voy al Congreso empiezo a abrirlos y es terrible. Todo el mundo los manda, con lo cual estamos tan saturados que no da tiempo ni a leerlos.--¿Qué no tiene controlado?--La vida. La vida se me escapa por todos sitios. Cada vez que me levanto por las mañanas y empiezo a leer las noticias y veo qué pasa en el mundo, me doy cuenta que estamos todos aquí de milagro.

--¿Le sigue intranquilizando el fax?

--¿Qué no tiene controlado?

--¿Qué hace un intelectual en la corte de la política?