El libro de Las mil y una noches es el eje del curso que Juan Goytisolo imparte en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. Es una obra, declaró el escritor "para todos los públicos", de todas partes y de múltiples autores. "Me encanta esta obra mestiza que es la negación de la pureza cultural --dice--. Demuestra que todo viene de todos lados, que somos lectores, adaptadores y creadores".

Goytisolo --que leyó por primera vez Las mil y una noches en una edición infantil "cuidadosamente expurgada" de cualquier contenido erótico -- añade una nueva noche a este cuento interminable, "prolongando el relato de Sahrazad", la hija del rey "serial killer" que logra amansarlo con sus conocimientos y dotes de narradora. Pero, aunque el relato ejemplifica la victoria de la cultura sobre la barbarie, Goytisolo no cree que se trate de una obra con moraleja. "Es un libro con moralidades, pero muy complejo. Se pone en solfa todo. Hay episodios en los que se habla muy bien de los judíos, en otros hay una defensa de la religión musulmana. En otros, el judío, el cristiano y el musulmán están tratados en igualdad".

La trayectoria de Las mil y una noches guarda puntos en común con la del narrador y ensayista. Cuando el texto llegó a Europa, los escritores occidentales se maravillaron, mientras que los árabes lo tenían por una obra menor. "Es la mirada de los demás la que forma parte del conocimiento global de nosotros mismos, la que descubre a veces los valores propios", piensa Goytisolo. Del mismo modo, él tuvo que salir de España para apreciar su propia cultura y su identidad.

La mirada de este escritor instalado en Marraquech está alejada del canon. Engloba tanto al Quijote como a La lozana andaluza. Un ejercicio de heterodoxia que, dice, "hoy resulta muy difícil. Hay una resistencia muy fuerte a aceptar una mirada más amplia de la cultura española, que englobe también la catalana y la gallega".