La última gran novela norteamericana es latina. No es el libro que, a priori, haya tenido todos los números para ganar el Pulitzer, aunque cuente con el apoyo incondicional de Michiko Kakutani, la feroz crítica de The New York Times, a quien le pareció "original, electrizante y distinguida". Pero ahí está. La maravillosa vida breve de Oscar Wao (Mondadori) se ha llevado el premio gordo. Su autor, Junot Díaz, nacido en Santo Domingo en 1968 y radicado desde los seis años en Nueva Jersey, ha visto cómo su nombre tomaba impulso desde su condición de autor de culto para unos pocos --con su libro de relatos, Los boys -- hasta medirse en las grandes ligas del país con esta historia familiar de un chico solitario y obeso, hijo de emigrantes dominicanos, con el telón de fondo del trujillismo.

--¿Qué le ha pasado a Junot Díaz en los diez años que ha estado sin publicar?

--Hubo un proyecto que se frustró. Una novela que mostraba el ataque de un grupo terrorista que destruía la ciudad de Nueva York. Pero el ataque a las torres gemelas derribó mi historia. Me di cuenta de que mi novela no valía la pena porque yo había imaginado un país que reaccionaba de otra manera. Nada que ver con la violencia xenófoba del Gobierno de Bush. Es como cuando uno construye una casa y en mitad de la obra se da cuenta de que la madera utilizada está podrida. Me deprimí. Tardé casi un año en recuperarme en casa de mi amigo Francisco Goldman, en México D. F.

--¿Fue allí donde nació Oscar Wao?

--Sí, allí escribí como 100 páginas, que luego se transformaron mucho. Empecé con la historia de Oscar y poco después aparecieron su madre y su abuela.

--Pocos autores dedican seis años a escribir una novela.

--Así es como escribo y no conozco otra manera. Yo soy compulsivo leyendo pero no escribiendo.

--Esa actitud contrasta con el dinamismo de su prosa, que arrastra al lector.

-- Quería manejar muchos temas, utilizar una serie importante de personajes, manejar distintos tiempos, el pasado, el presente y el futuro y colocarlo en una novela de poco más de 300 páginas. Ahora todo el mundo está escribiendo un libro de 800 o 900 páginas. Yo quería hacer algo más económico que produjera la misma sensación al lector.

--¿Qué hay de usted en Oscar Wao?

--La mía es una familia de militares, muy machista, así que no tiene nada que ver con la de Oscar Wao, que es totalmente inventada. Quizá en el personaje en el que he puesto más de mí sea Yunior, el roomate del protagonista y ex de su hermana que es el narrador de la historia.

--Da la sensación de que el Pulitzer ha sido muy atrevido premiando una novela que utiliza recursos del cómic y de la cultura pop.

--¿Qué voy a decir? ¿Que es un gran premio y significa que soy un gran tipo? También podría afirmar lo contrario, que los premios no valen la pena, desde el orgullo de haberlo conseguido. De momento, es un gran honor. En el futuro quiero ver a más latinos ganando el Pulitzer.

--¿Convertir a Trujillo y al trujillismo en una serie de notas a pie de páginas es una toma de posición?

--En cierta forma sí, pero también es algo más complicado. Las notas tienen que ver con la dictadura política pero también con la dictadura de los escritores hacia sus lectores. Esas notas refuerzan el tono erudito.

--¿Y en ella pretende explicarles a los norteamericanos blancos la historia de su país?

--Yo he escrito esta novela para mi comunidad porque creo que hay más gringos que conocen nuestra historia que los propios dominicanos. Hoy es más fácil que un chico dominicano sepa quiénes son los Dire Straits pero no quién fue Trujillo, Porfirio Rubirosa o María Montez. Y no me extraña, vivimos la cultura de la MTV. El reggaetón pega más fuertes que las viejas dictaduras.