Prometeo a ritmo de danza, de teatro y de acrobacias imposibles. Un mito universal lleno de fuego, de luz, de fuerza y de color. Un personaje cargado de buenas intenciones que descubre, de golpe, que con eso no basta si no se comprende primero lo que se está haciendo.

La producción extremeña llegó ayer al Festival de Teatro Clásico de Mérida con Prometeo, del fuego a la luz , un espectáculo de la compañía Karlik Danza Teatro y Memé Tabares. Con un inicio de gran intensidad y una original y colorida puesta en escena --con marcados tintes asiáticos--, destacan las escenas acrobáticas, desarrolladas de forma milimétrica a través de un complejo sistema de poleas que prácticamente transforma la tradicional escena del teatro romano emeritense.

COMPLEJO El texto de Memé Tabares presenta a un Prometeo dividido en forma de hombre y mujer, un rebelde capaz de enfrentarse a todo para robar el fuego y regalárselo a los hombres. El problema, que nada es tan simple como parece, y el aparentemente inocente gesto del titán desencadena una gran tragedia tanto para los hombres como el propio Prometeo, condenado eternamente.

La representación regala grandes momentos de intensa danza, y la música en directo, ubicada en un original espacio bajo la estatua de Ceres, se revela como uno de los grandes aciertos. Las dos codirectoras de la obra, Memé Tabares y Cristina Díaz, demuestran a cada momento que saben cómo aprovechar cada rincón del enorme escenario del teatro romano.

Sin embargo, y a pesar del impecable montaje diseñado por Tabares y Díaz, la obra presenta algunas lagunas, como la falta de ritmo en algunos de los pasajes, la falta de fidelidad con el texto original o, incluso, el abuso en determinados momentos de los vuelos acrobáticos.

Pese a todo, Prometeo, del fuego a la luz deja claro que el teatro extremeño no tiene nada que envidiar al resto y pasará a la historia del festival emeritense como una más, y no como la producción extremeña.