Esta 64 edición del Festival ha empezado muy bien para las producciones extremeñas participantes. Teatrapo Producciones, compañía villanovense de José F. Delgado, que tuvo hace dos años un buen éxito con la tragedia ‘Marco Aurelio’, ha estrenado —cambiando de género dramático— ‘La comedia del fantasma’, espectáculo que goza de la exquisita frescura y sutileza artística de gracias y gags de las producciones ‘bien fait’ populares. Una obra basada en ‘Mostellaria’ (el fantasma, el espectro...) de Plauto, que se representa por primera vez en el Teatro Romano, pero que también pudo haber sido estreno nacional si no se hubiese adelantado la compañía Clásicos Contemporáneos que, con otra versión con el mismo título, la representó el 18 del mes pasado en Málaga, como parte del Festival de Teatros Romanos de Andalucía.

El tema del fantasma no era raro en la dramática griega y latina, hasta el punto de que se conocen tres comedias griegas con el mismo título. Plauto escribió ‘Mostellaria’ inspirándose en una de ellas (la de Filemón, según el erudito alemán Friedrich W. Ritschl conocedor del teatro grecolatino). La comedia está construida sobre un juego de vis cómica en situaciones ideadas con mentiras, enredos y equívocos en medio de una casa encantada de fantasmas, en la que el autor latino maneja muy bien los caracteres de los personajes (al estilo del filósofo griego peripatético Teofrasto). Pero estudiosos, como Alfred Ernout (catedrático de la Sorbona), han considerado que el argumento de esta comedia es demasiado inconsistente. Y quizás por ello no se había representado anteriormente.

Miguel Murillo, asemejando lo que Plauto hizo con la obra de Filemón da un vuelco a ‘Mostellaria’ escribiendo ‘La comedia del fantasma’ como una pieza nueva que convierte en un semi/musical —acordado con la colaboración dramatúrgica de Félix Estaire (que dirige el espectáculo) y de César Belda (que pone la letra a las canciones)—, tal vez teniendo en cuenta su éxito del texto musical de ‘Hércules’ en la 61 edición del festival, y entendiendo que las comedias de Plauto —donde se incluían canciones— estaban consideradas como divertidas ‘óperas’ populares (con todo tipo de recursos artísticos proyectados sobre la masa ignorante y amorfa que llenaba los teatros de Roma los días festivos).

El autor pacense fecunda una atractiva ocurrencia teatral para que el texto clásico plautino sea legible en el lenguaje artístico actual, capaz de asumir y satisfacer una nueva realidad y sensibilidad perceptible no sólo en lo que se refiere a las ideas sino al sentido del espacio, el tiempo, la caracterización de los personajes, la originalidad de las imágenes. Con ello, nos ofrece un texto lleno de hálito creador bastante divertido y crítico, que en lo penetrante de sus diálogos agudos identifica el tema de la corrupción de este país (en las etapas políticas de Aznar y Rajoy, representada en las actuaciones de Luis Bárcenas y los banqueros) y el tema de algunos fantasmas —directores y artistas— que han pasado por el Teatro Romano. Todo, con un mensaje instructivo en la canción final: «Todo lo que vemos, y todo lo que oímos, no es siempre la realidad, y lo cierto y evidente, si no te es muy conveniente, se puede modificar».

En la puesta en escena, Félix Estaire ha sabido seleccionar un buen elenco de artistas capaces de dominar la actuación, el cante y la danza, para potenciar los recursos del texto en un montaje ágil, inteligente, divertido y con un vuelo escénico —acomodado muy bien al espacio del Teatro Romano— que conduce con libertad y con ímpetu irónico en los momentos precisos de alcanzar la mofa de la situación sociopolítica actual. Logra escenas de muy fresca inspiración dentro de una combinación artística donde coexisten armónicamente la escenotécnia de Diego Ramos y Fran Cordero, la coreografía de María Lama, la música de Cesar Belda y el juego de los actores. Un cóctel con ritmo trepidante en el que se sirve acción, espectacularidad y júbilo, logrando transportar a un mundo de regocijo y complacencia a todos los espectadores que siguen la representación con la perspicaz sonrisa que produce el buen teatro. De este montaje, procede mencionar asimismo la correcta compenetración del sonido por parte de la compañía (Koke Rodríguez) y del equipo técnico del festival (Daniel Seoane) que ha permitido esta vez oír con nitidez a los actores.

En la interpretación, destaca todo un elenco de virtuosos actores: Ángel Ruiz (Tranión), Eva Marciel (Delfio), Rafa Núñez (Teoprópides), Juan C. Castillejo (Barcenón de Génova), Roser Pujol (Esferiona), Pablo Gallego (Filólaques), Noelia Marló (Filematio), Cándido Gómez (Misogírides), Chema Pizarro (Simón) y Pablo Romo (Calidámates), que en conjunto asombran por sus excelentes voces (especialmente Ángel Ruiz) y dinamismo farsesco —próximo a la Comedia del Arte y al clown— a lo largo y ancho del espacio romano. Y también, la simpatía de los figurantes de Emérita Antiqua animando —con unas sevillanas en latín— la escena de un ‘fiestón’.