Un grupo de soldados acaba de terminar su servicio en la guerra de Afganistán. Pero antes de volver a casa tiene que pasar tres días aislado en un hotel donde asistirá a una terapia de descompresión. Se trata de expulsar los fantasmas, de exorcizar los demonios de todas las vivencias terribles que cada uno de ellos ha tenido que sufrir. Porque el horror se ha quedado incrustado en sus cabezas y las secuelas psicológicas pueden ser profundamente destructivas.

Hemos visto muchas películas sobre el estrés postraumático que giraban en torno al choque que sufren los soldados cuando han de reinsertarse en su cotidianidad, desde 'El cazador' hasta la reciente 'Billy Lynn'. Sin embargo, ninguna se había centrado de forma tan concreta en ese paréntesis de adaptación como 'La escala'. Cuando las hermanas Delphine y Muriel Coulin se enteraron de la existencia de estas prácticas de descompresión, se dieron cuenta de que ahí había un material muy potente para una película. Sobre todo, porque a los soldados no los alojaban en un lugar cualquiera, sino en un 'resort' de cinco estrellas lleno de turistas en Chipre. "El contraste es brutal y muy loco", explica Delphine. "¿Cómo pueden olvidarse de todo lo que han sufrido durante meses en tan solo tres días y además en un entorno tan irreal?".

Además, para ellas, que la acción transcurra en Chipre tiene muchas connotaciones metafóricas. Como nos cuentan, no se trata de cualquier territorio: formó parte de la Grecia Antigua, por lo que simboliza los comienzos de Europa, pero también su fracaso, tanto político, por encontrarse dividido el país, como económico, porque fue de los primeros en sufrir la crisis

UNA MENTE EN DIRECTO

En 'La escala' nos adentramos en un tiempo suspendido donde el pasado y el futuro tienen límites inciertos, en el que no vemos la violencia, pero la sentimos siempre a punto de estallar. En ese hotel costero, los soldados se someterán a la técnica de 'debriefing', recreaciones de realidad virtual a través de un programa similar a un videojuego que pone en imágenes los recuerdos mientras los pacientes los van narrando. "Es como ver en directo cómo funciona la mente. El hecho de que el trauma y la terapia se encarnen en una imagen era muy interesante para nosotras como cineastas", señalan las Coulin.

Pero a Delphine y a Muriel en realidad lo que más les motivaba era contar esta historia desde el punto de vista femenino, a través de dos mujeres que tienen que luchar por integrarse en un entorno tan masculino como es el ejército para terminar siendo víctimas del machismo de sus compañeros. "Al principio parece que no existen diferencias entre ellos, que hay una hipotética igualdad. Hasta que poco a poco van aflorando los insultos soterrados, los menosprecios, el acoso. Queríamos mostrar que otra guerra empezaba ahí".

Aurore y Marine, interpretadas respectivamente por la magnética Ariane Labed y la cantante Soko, son dos amigas que abordarán esta nueva situación desde posiciones antagónicas. Pero las dos tendrán que enfrentarse a la discriminación dentro del entorno hostil en el que se encuentran. ¿Creen que la mujer continúa siendo la parte más vulnerable en estas situaciones? "Digamos que hay que mantenerse siempre alerta. No perder la atención y estar vigilantes". Y añaden: "Estamos hartas de que la mujer tenga que demostrar más en la sociedad. Como dice Soko en la película, si combates bien, lo haces como un hombre; pero si cometes un error, es porque eres una mujer".