Si me hubieran dado el premio como guitarrista me hubiera dado más alegría", exclama Félix Grande (Mérida, 1937), en respuesta a una pregunta sobre su pasión por el flamenco durante una de las múltiples entrevistas que dio ayer tras ganar el Premio Nacional de las Letras 2004. Con este galardón, dotado con 30.050 euros, el Ministerio de Cultura reconoce el conjunto de la labor literaria de un español en una de las lenguas del estado.

El pasado año obtuvo el premio Extremadura por La balada del abuelo Palancas , una autobiografía familiar en la que rastrea sus orígenes y narra su infancia en un tiempo, el de los perdedores de la guerra civil, que ha marcado su trayectoria y su personalidad.

UN NIÑO DE LA GUERRA "Podría decir que soy un niño de la guerra, pero con una matización: buena parte de los escritores que se engloban en esa definición suelen ser escritores comprometidos, pero por lo general son hijos de quienes ganaron la guerra, y no conocieron el hambre, y quizá ni siquiera el miedo. Yo sí los conocí. Eso me puede haber ayudado a mirar a mi comunidad con la idea de compromiso pero también con cierta piedad", afirma Grande en una entrevista con EL PERIODICO EXTREMADURA en Cáceres, donde ayer participó en el congreso sobre Pablo Neruda, que se clausura hoy en la capital cacereña.

El escritor, nacido en Mérida durante la guerra civil, vivió su infancia y adolescencia en Tomelloso. En 1971 reunió toda su poesía hasta ese momento en el libro Biografía , que ha conocido sucesivas reediciones ampliadas con nuevos libros y poemas. Ese título resume la obra de Grande. "Allí se pueden encontrar muchos de los rasgos de mi cara", afirma. Pero en los últimos años ha dejado de escribir poemas, de manera que "esa presencia biográfica se ha trasladado a La balada del abuelo Palancas ".

"La poesía es un estado de gracia, aunque este contenga angustia y la presencia de la fatalidad, pero pareciera que hay correspondencia íntima entre la palabra poética y el mayor volumen de sinceridad del que es capaz un ser humano", afirma.

En Tomelloso absorbió el clima ideológico que ha presidido su vida de escritor comprometido con las ideas de izquierda y con el lenguaje. "Esa conciencia política --explica Grande-- empezó a filtrarse cuando veía a mi padre escuchando la BBC bajo una manta para que la radio no se escuchara en la calle. Además yo vivía en las afueras de Tomelloso, donde no había más que jornaleros que trabajaban de sol a sol. A Madrid llegué a los 19 años y entonces firmé el primer manifiesto político que me pusieron por delante".

Poco antes de su marcha a la capital de España había comenzado a escribir poemas amorosos. "A los 15 años creía que las emociones que sentía eran mías y las palabras con las que las celebraba también. Pero luego he sabido que emociones y palabras forman una herencia riquísima de mis antepasados justo hasta el día de mi nacimiento".

SUS PRIMEROS LIBROS Adscrito a la generación de autores del 60, junto a Manuel Ríos Ruiz, Diego Jesús Jiménez, Antonio Hernández o Rafael Soto, asumió en esa década la dirección de Cuadernos Hispanoamericanos y publicó sus primeros libros de poemas, entre ellos Las piedras , premio Adonais en 1963, Música amenaza , en 1967, o Blanco spirituals .

Compromiso civil y literario definen su trayectoria. Pero sobre aquel, "el primer compromiso que debe desarrollar un escritor es con las palabras", entre ellas las de Antonio Machado, sobre todos, César Vallejo, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Pablo Neruda, José Hierro, Luis Rosales y Lorca. Con estos poetas, Félix Grande encontró su voz. "Si es que la tengo", afirma. "Sin ellos, yo carecería de identidad como escritor".

También su identidad es incompleta si no se atiende a su dedicación al flamenco, "una música trágica donde payos y gitanos llevan dos siglos sufriendo juntos".