Brava es la historia de una mujer (Laia Marull) que sufre una agresión sexual en el metro de Barcelona y, acto seguido, es testigo de cómo la pandilla de agresores viola a una chica a escasos metros. ¿Cómo se sobrevive al dolor intenso? En el caso de la protagonista, huyendo de la ciudad y marchándose al campo unos días para ver a su padre. Pero lo que pretendía ser una solución termina siendo otro problema añadido. La mujer quiere encontrar la paz. Sin embargo, solo logrará adentrarse en su lado más oscuro. Está más perdida, desorientada, sola y rota que nunca.

-La directora de Brava, Roser Aguilar, enarboló la bandera del feminismo cuando presentó la película en Málaga.

-Es que estamos en un momento social en el que ser feminista es la única opción. Las mujeres están en desventaja, se las agrede, cobran menos, siempre están por debajo.

-¿Qué es para usted el feminismo?

-La defensa de la igualdad entre hombre y mujer. El problema es cuando se entiende mal. En este país, es casi un insulto.

-Antes de escribir el guion, Aguilar habló con psicólogas que atienden a mujeres agredidas.

-Sí, charlamos con la Asociación de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente, de Barcelona, que son casi voluntarias. Una de las cosas que más me chocó es que muchas víctimas tardan años en acudir a ellas y pedir ayuda. A denunciar ni se atreven. ¿Por qué se callan? Porque se adueñan de ellas la vergüenza y la culpa, cuando eso es algo que debería sentir el agresor.

-En el caso de Brava, esos agresores son chavales.

-Parece ser que la edad de los agresores está bajando. ¿Qué está pasando aquí? Ojalá tuviéramos respuestas. Creo que la base es la educación. Estamos rodeados de valores negativos. Seguimos sin educar igual a un niño que a una niña. Desde los juguetes hasta las frases tipo: «Niña, ve a poner la mesa». Eso sí, esta lucha tiene que ser tanto de hombres como de mujeres, porque solas no haremos nada. La película se hace una pregunta: ¿qué haces con el dolor profundo en un momento como hoy, en el que nada acompaña, ni la forma de vida, ni la política, ni la economía? El miedo está instalado en mi personaje. Habrá gente que no entienda que no vaya directamente a denunciar. Y eso es desconocer las agresiones. No saber lo que sucede.

-Su personaje está roto, a pesar de que tiene una vida aparentemente normal: trabajo digno, pareja estable y casa bonita.

-Dice bien: aparentemente. Ella comprueba que todo eso no le sirve de nada ante el dolor. Se siente muy sola.

-Entra en una zona personal oscura y muy chunga.

-Sale de la ciudad, que le es hostil, y se va al campo con su padre. Quizá busque el refugio del padre, con el que nunca ha tenido una relación cariñosa. Se quieren, pero tienen una relación fría, nunca se han dicho cosas importantes. Está herida, el mundo está en su contra y piensa que el padre la debería ayudar aunque no haya palabras de por medio. Ella no sabe pedir ayuda, lo hace fatal. No sabe dónde colocar el miedo y la culpa, y descubre un lado oscuro hacia el que va de manera inconsciente.

-¿La comprende?

-Totalmente. Aunque su comportamiento es incomprensible desde el punto de vista lógico. Está confundida, le pasan mil cosas y no sabe ni dónde está. Intuye una parte oscura y decide ir para allá porque a lo mejor allí encuentra algo. Se tiene que redescubrir y recomponer.

-¿Algún consejo para el público?

-Que se deje llevar, que intente no juzgar. Brava es inteligente y valiente, pero tiene muchas partes incómodas para el espectador. Es el viaje interior de una mujer que está en un momento incompresible y muy jodido. Está bien que las películas sean incómodas y que el espectador se formule preguntas y saque conclusiones. Si quiere, claro.