Esta es la crónica de una batalla que empezó en el año 2007. El Gobierno, para enfado del difuso mundo internauta, quería frenar las descargas no autorizadas. Esas que, según los creadores, están hundiendo la industria cultural en España.

El origen. Desde el 2007, el Gobierno intentó que creadores y empresas de telecomunicaciones llegaran a un acuerdo para poner freno a la piratería. Fue imposible. En diciembre del 2009, el Gobierno aprobó una disposición en la ley de economía sostenible que incluyen medidas antidescargas. Los internautas se amotinaron.

La reacción. Las medidas de la ley de economía sostenible ni se explicaron ni se entendieron bien. El mensaje que quedó es que la ley permitía cerrar webs, así que el difuso mundo internauta tomó la red para, a su juicio, defender la libertad de expresión. El motín de diciembre del 2009 fue de tal envergadura que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, salió a la palestra para asegurar: "No se va a cerrar nada. Ninguna web, ningún blog". Las dos partes en conflicto, creadores e internautas, son llamadas a negociar.

La ley. En marzo del 2010, el Consejo de Ministros aprobó la llamada ley Sinde. El texto preveía la creación de un órgano administrativo, la Comisión de Propiedad Intelectual. Esta dependería de Cultura, pero estaría integrada por industria, operadores y consumidores. Podría cerrar webs o bloquear su acceso a ellas desde España, pero la última palabra en este proceso la tendría la Audiencia Nacional. Las principales páginas de descargas no autorizadas cerraron en señal de protesta.

El Congreso. El 22 de diciembre, la ley se debatió en el Congreso, pero ningún grupo (salvo el PSOE) la apoyó.

El acuerdo. A cuatro meses de elecciones municipales y autonómicas, ningún grupo parlamentario se arriesga a tomar una decisión impopular. Y la ley Sinde lo es, y mucho. Descartados los grupos de izquierda (críticos con la norma) el Gobierno centró sus esfuerzos en el PP, único partido que tiene la llave para resucitar la norma en el Senado, donde los conservadores son mayoría. Era la última oportunidad y la negociación fue de infarto.