El clavero don Alonso (Cuatro hojas) es de esos libros de historia que te absorben no tanto por la historia que cuenta, que también, si no porque te transmite con fidelidad cómo era la vida en las Estremaduras (así se la llamaba entonces) en el siglo XV, antes del descubrimiento de América y cuando la guerra, las disputas familiares y entre nobles y caballeros estaban a la orden del día.

Advierte su autor, Gregorio Francisco (Cáceres, 1979), en una nota al final, que El clavero don Alonso es solo una obra de ficción, pero que la ingente documentación consultada en el proceso de redacción le ha permitido proporcionar «sólida base historiográfica a la mayor parte de los acontecimientos narrados». A esto hay que sumar que «la elección de fuentes, o su correcta interpretación, habrá resultado ser en cada caso más o menos acertada».

La protagonista indiscutible de esta historia es la Orden de Alcántara durante la segunda mitad del siglo XV, cuando reinaba Enrique IV de Castilla, y dos de sus hombres fuertes, el maestre Gómez de Solís y el clavero Alonso de Monroy, vivieron enfrentados durante años en una lucha a muerte y desencuentros que les lleva desde Trevejo hasta Coria pasando por Trujillo y Cáceres y, por supuesto, Alcántara, donde se libra la batalla de todas las batallas, teniendo como protagonista su monumental puente romano y la villa. Entremedias, un pueblo abatido por tantas disputas, empobrecido y sometido a sus señores, circunstancias estas que, por otra parte, son consuntanciales a este tipo de novelas (Leáse La catedral del Mar), pero lo que hace a El clavero don Alonso peculiar, sobre todo para los extremeños y a todo aquel que le guste esta tierra, es que permite al lector retroceder en el tiempo y conocer cómo eran esos paisajes y villas, porque antes todas eran villas o aldeas, sus gentes, sus edificios y monumentos visualizándolos perfectamente, por qué quién no ha subido al castillo de Trevejo (donde el clavero, huyendo del encierro tras ser acusado de intentar matar al cuñado de Gómez de Solís, se refugia tras arrebárteselo a su comendador), y ha admirado la inmensidad de la sierra de Gata; quién no paseado por la zona intramuros de Coria, visitado su catedral o recorrido sus murallas (donde el clavero sufrió el asedio de los hombres del maestre de Alcántara y perdió a uno de sus mejores amigos); quién no ha estado en el castillo de Trujillo y en su plaza (villa en la que Alonso de Monroy se reunió con Enrique IV para jurarle fidelidad y llegar a un entendimiento con su eterno rival), o quién no ha visitado Garrovillas y su plaza porticada (de donde el clavero consigue que el maestre salga huyendo a la carrera y desnudo tras urdir una trampa Maldonado, su secretario y cronista), y quién no ha recorrido las calles de la ciudad monumental de Cáceres y hecho una parada en su plaza Mayor, el escenario donde comienza esta historia durante unos juegos organizados con motivo de la boda de la hermana de Gómez de Solís, y el presunto intento de asesinato por parte del clavero, por lo que fue acusado injustamente, de su marido.

Además de estos lugares comunes quién no ha oído hablar de los Monroy, los Solís, los condes de Plasencia, los Pimentel o los Chaves de Trujillo, apellidos que identificamos por sus palacios o las calles que los recuerdan, pero que en este novela nos muestran sus hazañas, sus vidas e intereses sin faltar sus amores.

El hilo conductor de esta novela de Gregorio Francisco es Rui, un muchacho nacido musulmán en Granada que acaba sirviendo en la casa de los padres del clavero, primero, y luego en la de éste y que narra al lector, a modo de juglar, cada una de las hazañas de su amo y las suyas propias, y lo hace con pasión, a veces, y con grandes dotes descriptivas, siempre, con un lenguaje fluido.

PERSONAJES QUE SIENTEN / El, sin embargo, es de los pocos personajes que aparecen en la novela que no existió en la vida real, tal y como señala el autor en su nota histórica, quien también destaca la importancia de insuflar vida a los personajes, dotándolos de sentimientos, propósitos e ideales, con lo que se consigue hacerlos atractivos al lector.

También explica este licenciado en Historia y arqueólogo de profesión que el hilo argumental de Rui es prácticamente el mismo que el de los Hechos del maestre de Alcántara don Alonso de Monroy, (al final el clavero consiguió serlo tras la toma de Alcántara, aunque por poco tiempo) y que fueron escritos por el cronista del clavero, Alonso de Maldonado, entre 1477 y 1504, 27 años de la vida de un señor de la guerra que a Gregorio Francisco le ha llevado más de seis años darle forma, consultando libros de historia de Martín Palacios, Mateos Navareño, o Diana Cabello, entre otros, al tiempo que daba vida a sus personajes, leales hasta la muerte, para escribir una novela de ficción, al mismo tiempo que una lección de historia.