La ruptura poética vivida a mediados de los 60 en España protagonizada por los llamados Novísimos no fue tal, al menos en un tema que abordaron predecesores del denominado Grupo del 50. Autores de una y otra corriente escribieron poemas en los que el asunto era la propia poesía. Ramón Pérez Parejo, profesor de lengua y literatura en el instituto Zurbarán de Badajoz, rastrea estas similitudes en Metapoesía y ficción: Claves de una renovación poética (Generación de los 50-Novísimos) , publicado en Visor.

La obra es una síntesis y una actualización de la tesis doctoral que Pérez Parejo leyó en la Universidad de Extremadura hace cinco años. Los editores de Visor le propusieron la publicación de un libro "en una versión más asequible", declara el autor a este diario. En él se hace eco de 250 poetas de ambas corrientes y presta una especial atención a aquellos que abordaron la reflexión sobre la propia poesía: Angel González, José Angel Valente, Alfonso Costafreda o Francisco Brines, entre los del Grupo del 50, y Pere Gimferrer, Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero, entre los Novísimos.

¿Tiene sentido la poesía? ¿Y la figura del poeta? ¿Qué relación mantiene con el mundo exterior? Son algunas de las cuestiones que estos autores se plantearon en su escritura. Lo sorprendente es que, pese a que los Novísimos fueran una generación de ruptura, especialmente con la idea de una poesía social que había cultivado parte de la Generación de los 50, poetas de una y otra tendencia coincidieran, especialmente entre 1970 y 1977, en sus puntos de vista sobre el sentido de la poesía.

Según Pérez Parejo, cuyo libro es reseñado esta semana el portal hispánico del Instituto Cervantes, el asedio a este tema poético derivará en la que se llamó "poesía del silencio", cuyo principal representante fue José Angel Valente, y que encuentra correspondencia en poetas extremeños como Pureza Canelo y Ada Salas.