Alan ha amargado la vida a sus padres. Ya en la cuna, horror, empezó a reír. Quiere que la gente sea feliz. Y despide a los clientes del comercio familiar con un hasta luego, cuando su madre se ha hartado de decirle que debe ultimar la visita con un adiós. Porque si el género que han adquirido en la tiendecita de los Tuvache, especializada en instrumentos para el suicidio, no es defectuoso, nunca los debería volver a ver.

Este es el argumento de comedia negra de La tienda de los suicidas (Bruguera), que el guionista televisivo, dibujante de cómic y novelista francés Jean Teulé sitúa en un futuro siniestro que merecería --hay una adaptación cinematográfica en marcha, pendiente de director, otra teatral y otra versión en cómic-- pasar por las manos de Jeunet y Caro.

"Quería escribir un libro divertido con el tema más triste posible", dice un risueño Teulé. Ha situado la acción en un futuro apocalíptico, asolado por guerras y desastres naturales, en que la gente se cansa de vivir.

Y acude a un establecimiento acreditado --tras diez generaciones, todos los miembros de la familia llevan nombres de pila de ilustres suicidas, como Marilyn, Lucrecia, Mishima, Vincent y Alan, este último por el matemático A. M. Turing-- para hacerse con objetos como cianuro a la menta, bloques de cemento para defenestraciones, cuerdas para ahorcamientos, venenos servidos en sacos de 50 kilos por mayoristas, pistolas desechables de un solo tiro... La casa, eso sí, no acepta el pago a plazos ni hace descuentos a clientes asiduos.

Asegura el autor, medio en broma medio en serio, que algún día habrá tiendas de este tipo, como ya actúan dos organizaciones en Suiza organizando suicidios asistidos, con packs todo incluido que van de los 3.500 a los 10.000 euros.

Admite que la humanidad se ha aferrado a la vida incluso en tiempos terribles, y que "es cierto que, en la historia de Francia, cuando menos suicidios se produjeron fue durante la guerra".

Pero cree que su futuro imaginado podría hacerse en realidad si llega "una época en que ya no existan las religiones" y la humanidad sigue "suicidándose" hasta llegar a crear "un mundo que sea insoportable".

¿Siente miedo de que desdramatizar el suicidio estimule a alguien a cometerlo . No, al contrario: "La gente dice que leer el libro da ganas de vivir. Y en un liceo donde se habían suicidado varios chicos pudieron permiso para representar la historia, interpretada por los alumnos, para desdramatizar la situación que estaban viviendo". Esto sí que es humor negro.