Mallorca está que arde. Y aunque puede parecer una metáfora sin más, la verdad es que hace un calor que hipnotiza hasta las neuronas menos castigadas. Con los termómetros a punto de rebasar los 40º, Felipe y Letizia recibieron ayer a mediodía la Medalla de Oro de Sa Pobla y, más que suyo, el mérito fue de los centenares de vecinos que se echaron a las calles para saludar a los Príncipes.

La primera actividad de los Príncipes en el municipio fue la inauguración del parque que lleva su nombre. Letizia, una vez más, fue fiel a los zapatos de tacón. Después, Felipe y Letizia se trasladaron al ayuntamiento para recoger la medalla y asistir a los parlamentos del alcalde de Sa Pobla, Antoni Serra, y del presidente balear, Jaume Matas, quien recordó la primera visita de los Príncipes a la localidad hace algo más de un año, cuando se acababa de anunciar el embarazo de la Princesa.

Quizá por esa razón, los poblers corearon el nombre de Letizia y se interesaron también por la infanta Leonor. "¿Que cómo está? ¿No la ha visto en las fotografías? ¡Está preciosa!", respondió divertida la Princesa a la pregunta de una señora.

El verdadero baño de masas llegó tras el discurso. Los centenares de poblers que esperaban saludar a los Príncipes se agolparon a ambos lados de la plaza parapetados tras unas vallas. A la salida, Felipe y Letizia se repartieron los márgenes de la plaza y saludaron a los asistentes. El detalle curioso llegó cuando Letizia recibió de un vecino un caballito balancín artesano. El rostro de la Princesa se iluminó. Seguramente imaginó a Leonor subida en él.