Miguel Poveda (Barcelona, 1973)

lleva tres años sumergido de lleno en la obra de Federico García Lorca. Se ha tatuado al poeta en su piel y reconoce que se ha obsesionado tanto con su figura que, cuando habló de sus síntomas con el historiador y especialista Ian Gibson, este le dijo: «Te has EnLorquecido». Y así ha llamado a su último disco, en el que pone música a algunos de sus poemas y cartas y que saldrá a la venta el 18 de mayo a través de su propio sello discográfico, Carta Blanca Record. El artista comenzará la gira de presentación el 8 de junio en el Festival Jardines de Pedralbes con una puesta en escena muy especial confeccionada por el dramaturgo Alberto Conejero, gira que le llevará por gran parte del país y que en Extremadura, de momento, recalará el 25 de agosto en la plaza de toros de Villafranca de los Barros.

--Si tuviera que hacer una cronología de su relación con la poesía de Lorca, ¿cuáles serían sus grandes momentos?

--La descubrí gracias a La leyenda del tiempo de Camarón, y también me impactó muchísimo la serie que hizo Juan Antonio Bardem [Lorca, muerte de un poeta, 1987]. Más tarde, en 1994, me hicieron un encargo desde la Universidad de Bolonia, que dirigía Umberto Eco, para cantar flamenco a partir de poesía. En aquel momento recurrí a Carmen Linares interpretando las canciones populares de Lorca, y a Omega de Enrique Morente. A partir de ahí comencé a leerlo con mayor asiduidad. En realidad, ha sido un proceso muy progresivo. He ido rodeando su figura a lo largo de 30 años, pero no me había adentrado en su universo, hasta que me di cuenta de que él era un poeta distinto a los demás, al menos para mí.

--Y entonces se «EnLorqueció».

--Tenía hambre de adentrarme en su persona. Había como una especie de hilo invisible que me arrastraba hacia él. Y después me obsesioné con ponerle música a sus poemas, pero era un reto que me parecía como escalar una montaña inmensa. Lo curioso es que, después de todo este proceso, me di cuenta de que lo más importante, además de su palabra, era su persona, su inmensa humanidad.

--Para hacer este disco ha emprendido un viaje físico, recorriendo todos los espacios que habitó el poeta granadino, pero también emocional y espiritual.

----Federico García Lorca se ha convertido en mi religión, en mi dios y mi mesías, alguien a quien rezarle y hablarle. Porque su filosofía hace que me identifique con él, con su entusiasmo por la gente, con su compromiso social y el sustrato de denuncia que recorre su obra. Y sobre todo con su necesidad de defender la igualdad. Con ese sentimiento, quizá por ser homosexual, de sentirse aislado, pero al mismo tiempo muy conectado con las personas.

¿Cómo fue el proceso de elección de los poemas? De nuevo hay una apuesta por el eclecticismo, hay flamenco, orquesta sinfónica, rock…

--Fue largo y me lo tomé con mucha calma. El disco es una especie de resumen de todas sus facetas. Un resumen chiquitito, porque él era inmenso. Muestra al Federico premonitorio, que habla de su muerte casi describiéndola al detalle, al telúrico, al viajero entusiasta y al fabulador.

--¿Y con qué faceta se quedaría usted? ¿Con cuál se identifica más?

--La faceta premonitoria me da un poco de miedo [risas]. La fabuladora me gusta, porque nunca abandonó el niño que había dentro de él y es esencial para sentirnos vivos y curiosos. Pero me identifico sobre todo con el Federico comprometido, que tiene sentido de la justicia, de la igualdad, sensible a la gente que le rodeaba.

--Si hablamos de igualdad, uno de los movimientos más importantes al que hemos asistido en el último año es el de la reivindicación de la mujer.

--Me parece fabuloso, hay que situar a la mujer en el lugar que merece. No hay ciudadanos de primera y segunda por su sexo, religión o cuestiones ideológicas. A veces creemos que hemos avanzado en un determinado aspecto, que hemos crecido, y de pronto nos damos cuenta de que no es así, que incluso hemos retrocedido. Cuánto cuesta construir un paso hacia delante y qué fácil es ir para atrás. Por eso me parece que no hay que decaer en la lucha y cualquier manifestación reivindicativa es importante.

--En ‘EnLorquecido’ hay una canción cuyos derechos irán a parar a CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.

--En el poema ‘Grito hacia Roma’ dice: «Pero el viejo de las manos translúcidas dirá, paz, paz, paz, dirá amor, amor, amor». Y enseguida relacioné estas palabas con los niños, con los más desfavorecidos que están sufriendo la guerra y que necesitan nuestra comprensión y empatía. Compuse una canción con un coro de niños-entre ellos, mi sobrina Alba- y ha sido una de las experiencias más mágicas y emocionantes de este disco.

--Ha dicho que la política le parece «densa». ¿Cómo está viviendo la situación que se vive en Cataluña?

--Me da pena que seamos tan torpes. Antes existían todas las ideologías y nos respetábamos. Puedo manifestarme como no independentista, porque no lo soy, pero no soy antiindependentista tampoco. Pero todo se ha vuelto muy hostil y feroz, y ni siquiera hay lugar para bromear sobre ellos, el sentido del humor ha sido devastado. Tocar ese terreno es complicado, porque cualquier cosa se va a malinterpretar. Hemos llegado a un punto en que o dices lo que yo pienso o eres un facha. Que le hayan tirado piedras a Joan Manuel Serrat ya te da una idea de lo confundidos que estamos. Soy igual o más catalán que cualquier independentista. Amo la cultura de mi tierra y la he divulgado por todo el mundo; he hecho un disco, Desglaç, que es quizá el más personal de mi carrera. Nadie me tiene que explicar qué es sentirse catalán, corre por mis venas. Así que deberíamos serenarnos, tener un poco de cordura y retomar la convivencia que siempre hemos tenido en Catalunya, con toda su magnífica diversidad.