Los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa, ya pueden dormir tranquilos. Ayer, por fin, casaron a Luis, el tercero de sus cinco hijos, con Tessy, una exsoldado que sirvió en Kosovo. El díscolo príncipe los convirtió en abuelos el pasado mes de marzo a los 19 años. A la sorpresa inicial de los atónitos padres, se unió el disgusto por la firme decisión del joven de continuar soltero. Finalmente, y tras meditarlo un tiempo, Luis decidió que lo mejor era pasar por la vicaría. Para ello, ha tenido que renunciar a sus derechos dinásticos, aunque, eso sí, mantendrá el título de alteza real.

Luis y Tessy Antony, ambos de 20 años, se dieron el "sí quiero" ayer en presencia de su pequeño hijo, Gabriel. La joven, nacida en Luxemburgo, es hija de un pizarrero y hace dos años prestó sus servicios como soldado del Ejército ducal en Kosovo. Tessy fue entonces la única mujer de todo el contingente.

CEREMONIA INTIMA El enlace de la pareja tuvo lugar en una iglesia de Gilsdorf, una pequeña localidad de 1.000 habitantes situada cerca de la frontera de Luxemburgo con Alemania, donde hace cinco meses bautizaron a su hijo Gabriel.

La ceremonia fue íntima y solo asistieron familiares y amigos. Los primeros invitados llegaron al templo poco antes de las cinco de la tarde. El padre del novio, el gran duque Enrique; su abuelo, el que fue gran duque Juan, y la madre y la abuela de la novia cruzaron el umbral de la iglesia unos minutos antes de que lo hicieran la gran duquesa María Teresa Mestre (cubana de nacimiento) y su hijo Luis.

La madre del novio lucía un traje de chaqueta en seda salvaje de color gris perla con adornos de pedrería. En el pelo lucía un tocado a juego. El príncipe vestía el tradicional frac. La novia llegó a la iglesia del brazo de su padre y sorprendió a los ortodoxos del protocolo al lucir un vestido blanco en brocado y escote palabra de honor. Un largo velo le cubría el rostro y se adornaba con joyas de la casa ducal. Cerca del templo se congregaron medios de comunicación y curiosos.

Tessy y Luis residirán en la ciudad suiza de Ginebra, donde ella trabaja en la cancillería de la misión permanente del gran ducado, y donde el príncipe completa sus estudios. La nueva familia utilizará el apellido Nassau y no recibirá título alguno.