A pesar de las críticas y amenazas que ha recibido por parte de radicales ortodoxos, Madonna (foto) apareció el martes, de nuevo, colgada de una cruz y ataviada con una corona de espinas durante la actuación de la canción Live to tell en el concierto que ofreció en Moscú.

El espectáculo, al que acudieron más de 50.000 personas, estuvo rodeado de altas medidas de seguridad. Cinco controles policiales y más de 7.000 agentes se encargaron de la seguridad del evento, que acabó con 23 detenidos: 11 por encontrarse en estado de embriaguez y 12 activistas de la Unión de Abanderados Ortodoxos que querían celebrar un mitin sin permiso. El concierto ha sido el único de su gira sin un lleno total.