La exposición antológica del pintor extremeño Godofredo Ortega Muñoz (1899-1982), con sesenta de sus obras, comenzó ayer en el Museo Municipal de Málaga la itinerancia que le llevará posteriormente a otras ciudades como Santiago de Compostela, donde será instalada en octubre, informa Efe.

Antonio Franco, director del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, calificó ayer como una "asignatura pendiente" la "recuperación de una figura clave de la pintura española".

La muestra hace "un recorrido por las diferentes épocas del artista, con particular interés sobre todo en los comienzos, que eran muy mal conocidos", y en los que "se deducen algunas de las claves de su obra". Esta exposición reúne obras ya exhibidas en el MEIAC en la muestra de más de 100 cuadros que le dedicó este museo el pasado año.

La "circunstancial relación" que mantuvo con la Escuela de Vallecas situó a Ortega Muñoz "en uno de los momentos fundacionales del arte español contemporáneo", y posteriormente, en los años 40 y 50, se produjo su "afianzamiento en la escena artística", explicó Franco.

En ese periodo "acuñó una imagen personal, característica y hondamente sentida del paisaje y las tierras de España", que empezó a plasmar por Extremadura y continuó por otras regiones como La Rioja y Lanzarote.

Por su parte, el comisario de la exposición, Enrique Castaños, tildó al extremeño como un artista "injustamente olvidado" pese a ser "una figura esencial de la pintura española de los 40 y los 50, y también de los 60 y los 70".

Ortega Muñoz destacó por su "cosmopolitismo", ya que durante veinte años, en su periodo de "formación inicial", viajó por toda Europa, incluidos los países nórdicos, del Este y de la cuenca mediterránea, así como por Oriente Próximo, "con estancias prolongadas para asimilar sus artes plásticas y los movimientos culturales europeos en los años 20 y 30".

LA GUERRA CIVIL En 1939, una vez terminada la guerra civil, regresó definitivamente a España e inició su segunda etapa artística, después de una primera caracterizada "por los paisajes montañosos, rurales y urbanos de ciudades europeas, y retratos de personalidades de los países que visitó".

En esta segunda etapa se concentró en el paisaje extremeño, "pero sobre todo en la figura humana y los bodegones", y "empezó a emerger una pintura sobria, austera y esencial.

Más tarde, en 1953, se produjo un "punto de inflexión" y el artista depuró sus paisajes y huyó de lo anecdótico".