Sin prisa pero sin pausa, Manuel Borja-Villel (Burriana, 1957) quiere hacer la revolución en el Museo Nacional Reina Sofía. Reconoce que hasta dentro de unos dos o tres años --tiene contrato para cinco y la programación del año 2008 ya quedó cerrada por su antecesora-- no se verá su estilo de gestión pero su propósito es "darle la vuelta como si fuera un guante".

La excelencia en el trabajo, la reordenación de la colección y la apertura a nuevas ideas para un público globalizado forman parte del catálogo de intenciones de Borja-Villel, el primer director de un museo estatal elegido por concurso de méritos, el 22 de diciembre, que ayer se presentó al patronato y a los trabajadores del centro.

El reto marcado no se va a quedar en palabras a juzgar por su propio diagnóstico. "Las urgencias nos han impedido hacer lo importante", dijo. Lo más urgente es superar la indefinición en que hasta ahora se ha movido la pinacoteca y saber cuál es su papel en Europa y en el mundo.

Borja-Villel garantizó calidad y "virtuosismo" en exposiciones y publicaciones y apostó por una "reflexión intelectual" en un público que será "más humano y más libre" y ha cambiado sus hábitos culturales.

CAMBIO DE REGISTRO Para el nuevo director del Reina Sofía, con una trayectoria acreditada de ocho años en la fundació Tàpies y diez en el Macba, "las ciudades son parques temáticos y los museos, centros comerciales". Con este cambio de registro, quiere que quien se acerque a este centro de arte moderno "sepa que se hacen cosas que siempre van a estar bien".

Pero para que el Reina Sofía se configure como el gran museo del siglo XXI tiene que partir de los fondos actuales, que incluyen el siglo XIX, la era de la "modernidad" y conectar con lo más novísimo. De momento, el director apuntó algunos problemas. Mientras que las vanguardias de los años 30 están bien representadas, las obras de los años 50 "deberían estar contextualizadas" y en los años 60 y 70 "hay lagunas".

Sin pretender que el Reina Sofía se parezca a la Tate londinense o al Moma de Nueva York, pero sí que alcance el mismo nivel, Borja-Villel apostó por traer la exposición antológica sobre Juan Muñoz que se muestra en Londres pero "de otro modo", porque no le gustan las itinerancias.