Accésit del último premio Adonais con Quince días de fuego , Mario Lourtau (Cáceres, 1976), trabaja como profesor de inglés en el Colegio Español de Rabat. Ha publicado, además, los poemarios Donde gravita el hombre y Catálogo de deudores .

--¿Cuál es su rincón favorito de Extremadura?--Me encanta visitar Cáceres y mi pueblo, Torrejoncillo, donde, para quienes vivimos alejados, con el paso del tiempo sus rincones nos acaban pareciendo entrañables.

--¿Qué plato de la gastronomía extremeña prefiere?--En invierno o primavera, al regresar a casa por vacaciones, mi madre me prepara unas migas con café. También me encanta el gazpacho blanco extremeño.

--¿Qué no debería perderse alguien que visite Extremadura?--No me canso de recomendar a compañeros y a amigos que visiten nuestra región. Nuestra geografía es completa en paisajes únicos y en ciudades que siempre dejan huella. Cáceres, Mérida, Trujillo... entre otras, son de parada obligatoria. El parque de Monfragüe, las Hurdes, la Vera...

--¿Algún lugar le ha marcado especialmente?--La ciudad antigua de Cáceres es memorable. Por allí paseaba en mis años de universidad y aún me encanta hacerlo cuando tengo la oportunidad.

--¿Qué actividades disfrutar en la naturaleza en su ocio?--He sido atleta gran parte de mi infancia y adolescencia, y he participado en muchísimas competiciones de campo a través por la región, incluso en medias maratones y maratones. Entrenaba sobre tierra, por caminos y veredas, y resulta inigualable disfrutar de las dehesas extremeñas y contemplar su naturaleza.

--¿A qué cita cultural invitaría a un amigo?--A la Encamisá de Torrejoncillo, una celebración cívico religiosa de Interés Turístico Nacional. Es una fiesta emotiva y entrañable para cualquier visitante, de las que quedan marcadas en la retina y en el corazón.

--¿Cuáles son los principales atractivos de Extremadura?--El carácter afable y acogedor de los extremeños es uno de los mayores atractivos. A esto hay que unirle nuestro patrimonio, que está lleno de enclaves diversos y sorprendentes, y, por supuesto, no podemos olvidar nuestra rica gastronomía, un verdadero lujo para el paladar.