Hace cuatro años que la princesa japonesa Masako y su marido, el príncipe heredero Naruhito, no viajan al extranjero. Ayer, acompañados de su hija Aiko, cogieron un avión que les llevó a Holanda, donde pasarán dos semanas en un castillo de la localidad de Apeldoorn invitados por la familia real holandesa. El motivo de este viaje es intentar, nuevamente, que Masako supere la depresión en la que está sumida desde hace años.