El divorcio más novelesco del año acaba de vivir un nuevo capítulo. Heather Mills llegó el jueves a su casa con familiares y amigos dispuesta a preparar la celebración del fin de año. Pero las ganas de fiesta se le quitaron en cuanto se dio cuenta que los valiosísimos cuadros que adornaban las paredes habían desaparecido. Su todavía marido, Paul McCartney, los retiró por motivos de seguridad, al más puro estilo Misión imposible, desconectando todas las alarmas y cambiando los códigos de seguridad, según informó ayer el diario británico The Sun. Los lienzos, entre los cuales se encontraban una obra de Picasso y otra de Renoir, están valorados en 15 millones de euros, cantidad poco sorprendente para una batalla legal en la que se manejan cifras astronómicas (la fortuna del exbeatle asciende a 1.200 millones de euros y se dijo que podría pagarle 170 a Mills en un acuerdo de divorcio). Pero además, McCartney se llevó también fotos de familia en la que aparecía Beatrice, la hija de ambos, de 3 años. La casa es propiedad del músico pero actualmente la ocupa la exmodelo, de 38 años. "No se produjo ningún delito", explicó un portavoz de la policía de East Sussex. "Se les ha recomendado que se pongan en contacto con sus abogados, es un caso civil", añadió el agente. Y mientras, Mills estaba más disgustada por la desaparición de las fotos familiares que por los cuadros (según la amiga que informó al tabloide): "Heather no puede creer que las cosas hayan empeorado tanto". A peor ya no pueden ir. Por ahora la guerra continúa.