La publicación de la traducción de la Medea de Séneca que hizo Miguel Unamuno en 1933, que ayer fue presentada, abre una colección que reunirá todos los textos que, a partir de la edición de este año, se representen en el Festival de Mérida.

El director del certamen, Francisco Suárez, anunció ayer que las obras incluirán textos, escenografía, música o notas sobre la puesta en escena, con el objetivo de reflejar documentalmente lo que se hizo en cada espectáculo.

La edición de la traducción de Unamuno es "histórica y excepcional", ya que el único manuscrito, resaltó Suárez, que existe solo se había publicado dentro de sus Obras completas .

El libro cuenta con un prólogo del catedrático de Teoría y Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Salamanca Ricardo Senabre, fotografías, cartas y otros documentos relacionados con la obra, que fue representada el 18 de junio de 1993 y que sirvió de arranque de este ciclo teatral, que este año conmemora su 75 aniversario.

También explicó que el trabajo de Unamuno, realizado solo en 15 días y casi sin tachaduras, es una traducción, no una versión del texto de Séneca.

A pesar de la belleza y la calidad de la obra de Séneca, no se ha vuelto a representar en Mérida, en su opinión, porque carece de tensión dramática, la acción es lineal y los personajes no son contradictorios.

DOS AUTORES, DOS TEXTOS Frente a los personajes "vivos" que ofrece la Medea de Eurípides, Séneca, más ensayista, hace prevaler su discurso y sus ideas sobre su visión del mundo.

No obstante, en su opinión, tanto el político y orador cordobés como Eurípides convirtieron a Medea es una "heroína digna". Unamuno, quizá por las prisas, según Suárez, usa una prosa austera y bien comprimida.

A la vista de un texto tan poco dramático, el director del Festival de Mérida ha planteado que la interpretación que hizo la Margarita Xirgu hace 75 años debió ser "muy impostada".

El director general de Promoción Cultural, Javier Alonso de la Torre, recordó, por su parte, que la idea del montaje de 1933 surgió en una reunión entre el ministro de Instrucción Pública Fernando de los Ríos, Unamuno y Xirgu, que propuso hacerlo en Mérida, que conoció en 1926.

La obra, añadió, tuvo una ayuda de 50.000 pesetas sobre un presupuesto de 100.000, lo que la equiparó a las Misiones Pedagógicas de la II República y al grupo universitario La Barraca, de Federico García Lorca.